
Cuando murió mi mascota, una perra mestiza de trece años de edad, fue entonces cuando tomé consciencia del fuerte vínculo que puede uno crear entre los animales y los seres humanos (otros animales en resumidas cuentas). Si bien había comenzado con un proceso de deterioro que sabía era irreversible, el momento de la etapa final fue muy doloroso para toda la familia. El contacto con la muerte suele estar velado en estas sociedades, ya la gente no vela más a sus muertos en sus casas, ni siquiera tenemos el lujo de poder morir en nuestros hogares. La muerte se ha escondido en sitios preparados para ello pues a lo largo del s. XX y el presente se ha desarrollado una […]