DescargarVanessa González – Hinojosa.
Ing. Industrial y de Sistemas por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM) Campus Toluca. Actualmente es candidata al Doctorado((Aplicó al Doctorado directo del programa de Ciencias Ambientales –promovido por la Facultad de Química de la UAEMéx– y cuenta con Maestría parcial en Ciencias Ambientales.)) en Ciencias Ambientales por la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx). Su línea de investigación es sobre desarrollo sustentable.
Universidad Autónoma Estadual de México, Ciudad de México, México.
vangohi13@gmail.com

Lilia Zizumbo Villarreal.
Dra. en Sociología por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Actualmente es profesora investigadora de la Facultad de Turismo y Gastronomía((En el Centro de Investigación y Estudios Turísticos (CIETUR).)) de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx). Su línea de investigación es sobre estudios ambientales del turismo.
Universidad Autónoma Estadual de México, Ciudad de México, México.
lzv04@yahoo.com

Emilio Gerardo Arriaga Álvarez.
Dr. en Estudios Sociales por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) Unidad Iztapalapa. Actualmente es profesor investigador del Instituto de Estudios sobre la Universidad de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx). Su línea de investigación es sobre procesos y prácticas institucionales desde el pensamiento crítico.
Universidad Autónoma Estadual de México, Ciudad de México, México.
egearriaga@hotmail.com

Verónica Martínez Miranda.
Dra. en Ingeniería con énfasis en Ciencias del Agua por la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx). Actualmente es profesora investigadora de la Facultad de Ingeniería((En el Centro Interamericano de Recursos del Agua (CIRA).)) de la UAEMéx. Su línea de investigación es sobre tratamiento de aguas y fisicoquímica del agua.
Universidad Autónoma Estadual de México, Ciudad de México, México.
mmirandav@uaemex.mx 

Recibido: 24/07/2018 – Aceptado: 17/12/2018

 

Resumen: Con la privatización del agua, las formas de relacionamiento/significación/consumo del vital líquido fueron trastocadas. Hoy en día México ostenta el primer lugar en el consumo de agua embotellada per cápita a nivel mundial, hecho que implica consecuencias fatales al ambiente y a la salud de las personas, lo que llevó a la elaboración del presente artículo. En éste se muestra, de manera no exhaustiva, cómo a través del tiempo el significado del agua ha ido transformándose. Las narrativas de las civilizaciones milenarias sugieren significados en torno a una episteme espiritual –en sus dimensiones vitalista/sagrada/metafísica–. Sin embargo, con el advenimiento de la modernidad hubo una reconfiguración ontológica que implicó una ruptura epistemológica en los significados del agua. En tiempos recientes, un discurso privatizador, como el pronunciado por el Grupo Nestlé, ilustra cómo tal re-significación opera en torno a la unidimensionalidad cosificadora que caracteriza a la episteme moderna. En términos teóricos-metodológicos se retoma la dialéctica y la semiótica, y como categorías de análisis la episteme, la modernidad y la discontinuidad. Se incluye un apartado de consideraciones finales para apuntar acercamientos/reflexiones a los argumentos planteados, para repensar los distintos significados del agua.

Palabras clave: narrativa del agua, semiótica del agua, dialéctica, episteme y modernidad.

 

Abstract: Water privatization disrupted the forms of relationship, meaning, and consumption of this precious liquid. Nowadays, Mexico holds the first place in bottled water consumption per capita worldwide. This fact implies fatal consequences to the environment and people´s health and is the main reason of this article. This is in a non-exhaustive paper that intends to show how the meaning of water has changed over time. Ancient narratives from ancient civilizations suggest meanings related to a spiritual episteme related to a life-giving, sacred, and metaphysical dimension. However, with the advent of modernity there was an ontological reconfiguration that implied an epistemological rupture in the meaning given to water. Recently, Nestlé Group stated its position with a strong privatizing sense, illustrating how such resignification operates around the objectifying, single-minded dimension that characterizes the modern episteme. In theoretical-methodological terms, the dialectic and semiotic have been resumed, with the episteme, modernity and discontinuity as analysis categories. At the end of the paper, there is a section of final considerations to point out the approaches and reflections to the proposed arguments in order to reconsider the different connotations given to water.

Keywords: water narratives, water semiotic, dialectic, episteme, modernity.

 

“¿Cómo se puede comprar o vender el cielo o el calor de la tierra? Esa es para nosotros una idea extraña. […] Esto es lo que sabemos: la tierra no pertenece al hombre; es el hombre el que pertenece a la tierra. Lo que ocurra con la tierra recaerá sobre los hijos de la tierra. El hombre no tejió el tejido de la vida, él es simplemente uno de sus hilos. Todo lo que hiciere al tejido, lo hará a sí mismo”.
*Carta del Jefe Seattle (Tribu Suwamish) al presidente de Estados Unidos (1855)((Es necesario aclarar que si bien estas palabras son atribuidas comúnmente al Jefe Seattle, ya ha sido verificado historiográficamente que esta versión (de 1972) corresponde al guionista Ted Perry, quien se basó en una traducción realizada y publicada por el médico y poeta Henry A. Smith en 1887, 30 años después de la alocución original, que no tiene el énfasis ecologista que le dio Perry: es, más bien, el desgarrador relato de un pueblo desapareciendo.)).

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Introducción

A lo largo de la historia, las formas de relacionamiento con el agua se han visto transformadas por diversos hechos históricos que marcaron tanto a las antiguas civilizaciones como a la sociedad contemporánea. La utilización de los métodos tradicionales de potabilización se vio mermada por la privatización del agua, transformándose en primera instancia de un bien natural libre a un bien natural público, y posteriormente, a un bien natural privado((El cambio que se dio en la forma de consumo del agua consistió en que los métodos tradicionales de potabilización eran utilizados para la reproducción de la vida de la comunidad, mientras que la privatización del agua (esto es, su conversión en mercancía) prioriza únicamente la acumulación de capitales de unos cuantos grupos.)). Esto sin duda, dio pauta a que el negocio del agua embotellada se apoderara de los imaginarios, representaciones y prácticas en torno a este vital líquido.

En México, hubo un cambio en las formas de consumo tradicional a tal grado que hoy en día el agua embotellada es la opción que la población considera como la alternativa más saludable, viable, segura y de calidad. Esto ha provocado que ostente el primer((En el año 2014 el consumo de agua embotellada en México llegó a 234 litros por persona (Enciso, 2015). La estadística sigue en aumento y no conforme con esto, el producto del agua embotellada se está diversificando cada vez más en el país.)) lugar en el consumo de agua embotellada per cápita a nivel mundial, hecho que implica consecuencias adversas al ambiente –desde las emisiones de dióxido de carbono que inciden en el calentamiento global/cambio climático, hasta la generación de residuos sólidos (Clarke, 2009)– y a las personas –desde la deshidratación que se produce en el organismo (Duarte, 2017), hasta la presencia en el agua de compuestos químicos tóxicos altamente peligrosos y presumiblemente cancerígenos (Clarke, 2009)–.

El hecho de que se ponga en peligro la reproducción de la vida, –por el consumo de agua embotellada– es la principal inquietud que llevó a la elaboración del presente artículo((Este artículo de investigación científica es parte del producto de la tesis doctoral en curso titulada: “La historia del presente del agua embotellada, su problematización y la posibilidad de las contraconductas”. El hecho de que México sea el principal consumidor de agua embotellada per cápita a nivel mundial, fue el referente empírico que motivó llevar a cabo la investigación. Posteriormente con los hallazgos encontrados, por un lado se evidenció el daño colateral en materia sanitaria/ambiental ocasionado por el consumo de agua embotellada, y por el otro se cuestionó por qué el agua es considerada un producto desechable que se tira y se reemplaza. Lo cual nos permitió repensar que su significado ha sido fuertemente trastocado, y de esa manera comprender que éste forma parte de un imaginario social que esconde la verdadera valía de lo que representa el agua per se. Éstas fueron las principales inquietudes que nos llevaron a la elaboración del presente artículo.)), con el propósito de comprender ¿cómo se llegó a esto?, ¿por qué la mayor parte de la humanidad llegó a olvidar el significado primigenio((De aquí en adelante se destaca que lo que se propone como significados primigenios u originarios, son a su vez productos históricos devenidos de construcciones sociales, tal como lo sugiere el concepto regímenes de naturaleza formulado por Arturo Escobar a finales de la década de los noventa del siglo pasado (1999, capítulo 10) . No obstante, se propone esta terminología para dar cuenta de la denominación ontocreadora que los pueblos originarios otorgaban al agua, en cuanto a la reproducción de su vida.)) que desde tiempos ancestrales ha tenido el agua? y ¿por qué éste fue sustituido por otro significado en la época contemporánea?

El agua desde tiempos inmemoriales ha sido utilizada por el ser humano para su supervivencia. Históricamente muchas civilizaciones milenarias se cuestionaron qué era en sí misma. A través de su percepción, observación, intuición, sentido común y conexión con el agua, fueron atribuyéndole un significado originario, remarcando su inconmensurable grandeza como ente sagrado dador de vida.

En la actualidad esa necesidad de cuestionamiento y de relación sagrada/vitalista con el agua pareciera que se ve fragmentada, como si faltasen muchas piezas de un rompecabezas muy grande y complejo que no se logra completar. En México, principalmente en las zonas urbanas, esa conexión inmediata que se tenía con el agua hoy en día se percibe desvanecida y supeditada a una necesidad utilitaria. Nuestra convivencia se reduce al agua del grifo (en el mejor de los casos) y/o a la compra de agua embotellada, razón por la cual el objetivo del artículo se enfoca en conocer cómo se ha ido transfigurando históricamente el significado del agua, ya que se considera un ejercicio fundamental recuperar las significaciones ancestrales que nos conectaban con el agua, para poder repensar su significado en el presente.

En términos teóricos-metodológicos((Es importante mencionar que se retomaron como herramientas metodológicas la dialéctica, la semiótica, el método histórico (la genealogía) y la técnica documental.)) se retoma tanto la dialéctica como la semiótica. La dialéctica refiere a aquel pensamiento, proceso intelectual o de transformación que mediante la confrontación de dos opuestos, permite deshacer la apariencia del fenómeno((Kosik (1967, p. 10) destaca que “el fenómeno indica algo que no es él mismo, y existe solamente gracias a su contrario”.)) para llegar a la comprensión de su esencia –la “cosa misma”–, y de esa manera desvelar la verdad y las realidades transcendentales (Kosik, 1967).

Por su parte, la semiótica((En este ejercicio semiótico se enfatiza el eje diacrónico que permite dar cuenta de los “fenómenos lingüísticos” en su devenir histórico (Beuchot, 2013, p. 6).)) es una ciencia social que intenta entender cómo se conoce y se usa un saber, un lenguaje y por ende cómo se producen, circulan e interpretan los significados. El concepto de percepción dentro de la semiótica es fundamental, ya que de ésta se origina la diferenciación de los significados. El lenguaje a su vez actúa como “traductor” de estas diferenciaciones. Los signos en nuestro lenguaje “se posicionan en el lugar de lo real”, para que de esta manera el lenguaje sirva de código común y de mediador entre el sujeto/realidad y entre el sujeto/sujeto (Piñeyro, 2006, p. 2). Barthes (1974) destaca que  la semiología se podría considerar como una “des-construcción de la lingüística”, ya que examina los elementos de la significación que el lenguaje “científico” ya no estudia, por estimarlos “impuros”. Asimismo, considera que si hay una significación es porque detrás hay un “sistema” que la engrendra (citado por Beuchot, 2013, pp. 11, 18).

Para lograr responder al objetivo del artículo se desarrollan cinco formas narrativas que pretenden ilustrar cómo ha sido la transformación del significado del agua a lo largo de la historia. Las narrativas que se ilustran corresponden a las civilizaciones china, india, griega y mexica. Éstas se seleccionaron y se propusieron por su pertinencia con el tema y porque se consideran relatos ejemplificadores((Cabe aclarar que el análisis que se hace sobre las narrativas de las civilizaciones milenarias propuestas no es exhaustivo, ya que lo que se intenta rescatar es que a  pesar de las diferencias geográficas y temporales que estas civilizaciones conllevan, convergen en cuanto a su significación primigenia del agua y, a la multiplicidad de significados que resaltaban las dimensiones vitalista, sagrada y metafísica de la misma.)) y a su vez referentes de los distintos significados otorgados al agua, en cuanto a su connotación primigenia. Estas narrativas de las civilizaciones milenarias se confrontan con una narrativa contemporánea que describe un tipo de discurso((Foucault (1969, p. 204) destaca que el discurso es “[…] un bien que plantea, […], desde su existencia la cuestión del poder; un bien que es, por naturaleza, el objeto de una lucha, y de una lucha política” (citado por Minello Martini, 1999, p. 94). “El discurso es ese conjunto regular de hechos lingüísticos en determinado nivel y polémicos y estratégicos en otro” (Foucault, 1973, p. 14, citado por Minello Martini, 1999, p. 94).)) pronunciado por el expresidente del Grupo Nestlé, en el que se resaltan diversos significados atribuidos al agua, en torno a una práctica utilitaria.

La confrontación entre ambas narraciones, las narrativas de las civilizaciones milenarias versus el discurso de Grupo Nestlé, sugiere que existen distintos significados para un solo significante. Para dar cuenta de cómo se pasó de un significado a otro, se insertarán las significaciones que se abstraigan de las narrativas de las civilizaciones milenarias dentro de una episteme, entendiendo la misma como:

[…] el dispositivo((Foucault (1968, pp. 184-185) resalta, a su vez, que un dispositivo es un “[…] Conjunto resueltamente heterogéneo, que implica discursos, instituciones, disposiciones arquitectónicas, decisiones reglamentarias, leyes, medidas administrativas, enunciados científicos; proposiciones filosóficas, morales, filantrópicas; en síntesis, tanto lo dicho como lo no dicho. […]. es la red que puede establecerse entre estos elementos” (citado por Minello Martini, 1999, p. 99).)) estratégico que permite escoger entre todos los enunciados posibles a aquellos que van a poder ser aceptables en el interior no digo de una teoría científica, pero sí de un campo de cientificidad, y del que podrá decirse: esto es verdadero o falso. (Foucault, 1968, p. 187, citado por Minello Martini, 1999, p. 101).

Posteriormente en el desarrollo del artículo se detallará cómo con el advenimiento de la modernidad((Es importante mencionar que para entender lo que comúnmente se conoce como modernidad –la ilustración–, hay que ir a un momento anterior que le es constitutivo: la colonización de América. De esta forma, la ilustración correspondería a la segunda modernidad, prefigurada por un momento anterior o primera modernidad –la colonización de América– (Dussel, 1994). Sin embargo, en este escrito se estudiará más a profundidad la ilustración o bien lo que se consideraría la segunda modernidad.)) surge una discontinuidad((Esta categoría de análisis refiere a aquella disrupción en el tiempo que provocó que la episteme –y por consecuencia el significado del agua– se trastocara.)) epistémica, que permite pasar de un tipo de episteme a otra. Esta ruptura posibilitará la resignificación del agua que se materializa –a manera de colofón– con las significaciones que se abstraen del discurso pronunciado por el Grupo Nestlé.

Con base en lo anterior, es importante mencionar que en términos teóricos-metodológicos se propone construir un marco conceptual que retoma diferentes puntos de vista, que desde el pensamiento crítico tratan de reconciliarse a partir de la semiótica. Finalmente, se incluye un apartado de consideraciones finales con la intención de apuntar tanto acercamientos relevantes a los argumentos planteados, como reflexiones para repensar los significados del agua.

Narrativa China

Desde tiempos inmemoriales los chinos han venerado a sus ríos y mares, además de que su país goza de extraordinarios paisajes que vislumbran al agua como su eje central. Por ello se dice que este vital líquido brota, vigoriza y atraviesa toda la historia de China (Liang, 2015).

Liang (2015) destaca “que la esencia de la cultura tradicional China es divina, y no hay nada que no esté ‘bañado’ de la cultura divina y el espíritu del gran Dao((En la filosofía tradicional china refiere a la Ley del cielo o a la verdad del universo.))”. En concordancia con esta  premisa, filósofos y pensadores chinos se sumergieron en profundas reflexiones a partir del fluir del agua, con base en el Dao y el Fa (ley) de la naturaleza y el gran bagaje del saber que existe en la conexión del cielo con el ser humano.

Un antiguo relato describe cómo Confucio((Es considerado como uno de los principales pensadores chinos. Creó la doctrina del confucionismo, donde se premisa al cosmos como algo armónico que regula las estaciones, la vida natural y la humana.)) le cuestionó a Lao Zi((También conocido como Lao Tse, es considerado como uno de los eruditos y filósofos más representativos de la civilización China. Fundó la filosofía taoísta caracterizada por admitir que existe una fraternidad entre el ser humano y la naturaleza.)) sobre la virtud que tiene el agua, a lo que éste respondió:

La benevolencia superior((En palabras de Lao Zi: “el Shan (benevolencia) superior es como el agua, la suavidad puede vencer la firmeza” (Lao Tse, 2012, citado por Liang, 2015).)) es como el agua, el agua es beneficiosa para todas las cosas y no lucha contra nada, siempre pasa por lugares que a las personas no les gusta pasar, ésta es la virtud de una persona modesta y sin pretensiones;  por eso, gracias a la bondad del agua, el río y el mar pueden reinar en las cosechas de los cereales. Si el mundo no es tan suave y débil como el agua no puede vencer a los sólidos y firmes, por lo tanto esa es la virtud de la suavidad, por eso la suavidad vence a la firmeza y los débiles vencen a los fuertes, es porque existe donde sea y puede entrar en el espacio que sea […] Da pero no pide que regrese el pago; es amable y amorosa; cuando queda en círculos, gira; cuando está en un lugar cuadrado se dobla, se adapta a todo tipo de forma; si está tapada se estanca, si está rota, se filtra. También es buena para  guardar confianza y limpia y purifica toda la suciedad […]. (en Liang, 2015).

Lao Zi considera que la virtud de este vital líquido está en profunda sintonía con el Dao, por ello la admiraba significativamente por sobre todos los entes que existen en la naturaleza. Su máxima virtud estaba centrada en “la benevolencia superior […] que fortifica a todas las vidas” (Liang, 2015).

Esta historia narrada por un erudito de la filosofía china sugiere que el agua es percibida como la benevolencia superior, la suavidad, la amabilidad, el desinterés y la adaptabilidad. Éstas distinciones hacen repensar la conexión transcendental que este líquido vital tiene con el universo, y por ende con nosotros mismos como parte intrínseca de él, además de que se destaca la forma amorosa que el agua adopta sin importar las circunstancias, para dotarnos a cada instante de vida.

Narrativa India

Al igual que la cultura china, la India conmemora a lo largo de su historia las fuentes de agua como sagradas, merecedoras de reverencia y respeto. En este país todos los ríos son sagrados, ya que representan propagaciones y expresiones parciales de las divinidades. El río Ganges((Es considerado un río sagrado por los hindúes. Se dice que desciende del cielo, por lo que es un enlace sagrado hasta lo divino, y se le reverencia como la diosa Ganga del hinduismo (religión politeísta originaria de la India que premisa seguir los textos sagrados, creer en la reencarnación y en la existencia de un Ser supremo).)) de acuerdo a la mitología hindú se dice que nace en los cielos. La función del Ganges, como mediador entre el mundo real y el divino, es ilustrada en los rituales mortuorios de los hindúes, donde las cenizas de los ancestros y familiares son lanzadas al río para tener una transición confiable a los cielos. Asimismo, los ríos Yamuna, Kaveri, Narmada y Brahmaputra son considerados como sagrados y venerados como dioses (Shiva, 2003, pp. 136-138).

El principal cometido de los ríos sagrados es purificar y “lavar las impurezas espirituales y materiales((Shiva (2003) refiere que el río Ganges está saturado de minerales antisépticos que aniquilan las bacterias.))”, siendo ésta la evocación más común que los hindúes devotos cantan durante su baño diario: “Oh sagrada madre Ganga, oh Yamuna, oh Godavari, oh Sarasvati, oh Narmada, oh Sindhu, oh Kaveri. Que todas ustedes se complazcan en manifestarse en esta agua en la que me purificaré” (Shiva, 2003, p. 138).

Además de sus cualidades purificadoras y dadoras de paz después de la muerte, el Ganges es fuente de prosperidad en la vida. Su llanura es de las regiones más fértiles del mundo, tanto así que los agricultores antes de plantar sus semillas depositan agua –de este río sagrado– en una vasija para garantizar una buena cosecha (Shiva, 2003, p. 140). El trato que se le da a lo orgánico como sagrado es lo que inspiró a denominar al Ganges como “símbolo orgánico”:

La importancia de Ganga como símbolo no es sólo narrativa. En primer lugar, ella es un río que fluye con aguas de vida en un universo vibrante. Los mitos narrativos van y vienen en la historia. Pueden moldear el cosmos y transmitir significados durante muchas generaciones y luego, poco a poco, perder su arraigo en la imaginación para finalmente ser olvidados. Pero el río permanece, incluso cuando los relatos dejan de repetirse. (Eck, 1982, p. 182, citado por Shiva, 2003, p. 140).

Shiva (2003) enfatiza en esta cita el poder inmaculado de los ríos y del agua como una fuerza transcendentalmente viva, factores que han inspirado la santidad de la misma en la India. Asimismo, esta narrativa está plegada de significantes que resaltan la divinidad del agua como ente sagrado dador de vida, como medio para transitar al más allá, como purificadora y como madre portadora de una inmensa fertilidad.

Narrativa Griega

Con respecto a esta narrativa, es importante mencionar que la civilización griega heredó al mundo toda una hegemonía en el conocimiento y en la historia universal –desde occidente–; por tal razón, esta narrativa dista mucho de las demás. No obstante, se propone retomarla para dar cuenta de que a pesar de que priorizaban la experiencia, los hechos y la materialidad de los fenómenos, los griegos pudieron adentrarse en una comprensión profunda e inmaterial del universo a partir del agua.

Es por ello que una de las narrativas más reveladoras en torno al significado del agua es la desarrollada por Tales de Mileto((Es importante aclarar que la doctrina filosófica de Tales de Mileto conlleva testimonios escasos –sin acceso directo a los textos de este pensador–, por lo que la información aquí citada ha sido referenciada de Aristóteles (Cervio, 2012). Se sugiere al lector cuidado en el manejo e interpretación que Aristóteles hace del pensamiento de Tales; para mayor información se recomienda remitirse a la fuente original referenciada en el recurso citado.)), pieza fundamental del pensamiento griego. Este personaje fue considerado el primer filósofo presocrático((Considerado uno de los Siete Sabios de Grecia, con relevantes aportaciones en el campo de la matemática, la astronomía y la física.)) y pionero en la búsqueda sobre la comprensión del universo. Su curiosidad e intuición lo llevaron a estudiar la naturaleza, tomando como tesis central el agua.

Tales de Mileto afirmaba que: “el principio (arjé)((“Se refiere a la fuente de la que todo proviene: a partir del cual todas las cosas existen y llegan por primera vez al ser […] realidad primera y fundamental, capaz de dar una explicación convincente acerca del origen” (Cervio, 2012).)) de las cosas es el agua”, siendo este primer elemento el principio garante de la solidez de lo real. Aristóteles considera que Tales hace esta afirmación con base en la observación “de que el alimento de todas las cosas es húmedo y que el calor mismo surge de éste y vive por éste”, así como “del hecho de que la semilla de todas las cosas tiene naturaleza húmeda”; por tanto, se puede asociar que “el agua es el principio natural de las cosas húmedas” (Aristóteles, 2005, A3, 983 b6, citado por Cervio, 2012). Aunado a este pensamiento, Aristóteles refiere que Tales supuso que “la Tierra flotaba sobre el agua”, lo que enfatiza que todo es agua o bien que todo está conformado por el agua (Aristotle, 1922, Β13, 294 a28, citado por Cervio, 2012).

Otra de las afirmaciones que Aristóteles retoma de Tales es la referida a que “los seres inanimados poseen un alma; el mundo está lleno de dioses” (Cervio, 2012). De acuerdo a esta cosmovisión el alma sería entendida como una fuerza motriz o cinética, principio del movimiento (Aristóteles, 1994, A5, 411 a7, citado por Cervio, 2012). Basado en ello, Tales estaría dando a entender que “lo divino es como el agua: algo que cambia de forma pero es, al mismo tiempo, siempre lo mismo (un principio eterno), a pesar de que cambia” (Cervio, 2012).

Es rescatable retomar el pensamiento de Tales de Mileto con base en la materialidad del agua per sé, observando claramente que era un cuerpo físico con cualidades propias (como sus tres estados físicos) y con un movimiento natural. Todo ello hacía reflexionar a este pensador respecto a que el agua podía por sí misma ser fuente inagotable de vida, siendo el principio primero y único que rodeaba al mundo. Por otro lado, al repensar su movimiento, entendía que ésta poseía un alma inundada de dioses que la hacían en particular poseedora de engendrar y dar la vida a todos los seres sintientes, develando de esta forma la parte inmaterial del agua. Los significantes que resaltan de esta narrativa son particularmente que el agua es el origen de todo, está llena de dioses y tiene vida propia. Es la fuente primera de donde todo emana y de donde surge el <<ser>>, del propio origen de la humanidad y quizá a donde ésta habrá de retornar.

Narrativa Mexica

En el continente americano también existen historias sobre la cosmovisión de la naturaleza. Para los pueblos originarios, particularmente los mexicas de Tenochtitlán y Tlatelolco, “el agua era una forma de vida que integraba todas las dimensiones de la existencia, entendidas como el entorno, la economía, el transporte, la estrategia militar, la religión y la alimentación, entre otras” (Perló & González, 2006, p. 48). Era una ciudad donde se vivía la armonía misma de un paraíso:

La Gran Tenochtitlán fue una ciudad sobre el agua con avanzadas tecnologías para controlar sus niveles y reciclar sus desechos. Así fue de notable el respeto por la naturaleza. Pero con la violenta llegada de la cultura europea, la situación cambió. El conocimiento profundo, el manejo adecuado y el dominio integral que tenían nuestros antepasados sobre el agua, nunca fueron entendidos por los hombres de a caballo […] (Legorreta, 1997, citado por Perló & González, 2006, p. 48).

En 1449, se atribuye a Nezahualcóyotl, rey de Texcoco, la construcción de un enorme dique de piedra para salvaguardar a la gran Tenochtitlán del azote de las inundaciones y para el consumo de agua (Ortiz de Montellano, 2003). La descripción clara que se tiene de dicho acueducto la hace el mismo Hernán Cortés en 1520:

Por la calzada que a esta gran ciudad entra vienen dos caños de argamasa((Es un tipo de mortero compuesto por una combinación de cal, arena y agua.)), tan anchos como dos pasos cada uno, y tan altos como un estado, y por el uno de ellos viene un golpe de agua dulce muy buena, del gordor de un cuerpo de un hombre, que va a dar al cuerpo de la ciudad, de que se sirven y beben todos. El otro, que va vacío es para cuando quieren limpiar el otro caño, porque echan por allí el agua en tanto que se limpia y porque el agua ha de pasar por las puentes a causa de las quebradas por do atraviesa el agua salada, echan la dulce por unas canales tan gruesas como un buey, que son de la longura de las dichas puentes, y así se sirve toda la ciudad […]. (Cortés((Este extracto fue tomado de la obra “Documentos cortesianos” de José Luis Martínez, ver bibliografía en el apartado de referencias.)), 1988, pp. 65-66, citado por Ortiz de Montellano, 2003, p. 156).

Se infiere que dichos diques servían a la población para el consumo y suministro de agua entre sus habitantes y que ya existía una cultura para la higiene del agua, para que de esa manera pudiera ser de consumo humano. Se han encontrado vestigios que refieren a la forma más común en que las antiguas civilizaciones bebían directamente el agua, una vez captada del acueducto, mediante el “guaje((Es una planta rastrera, la cual es secada y ahuecada para almacenar y/o transportar agua.))” o el “bule”, el cual se empleaba como tipo “cantimplora”.

Por otro lado, los mexicas consideraban que la lluvia era originada por los ´tlaloque` “deidades que habitaban los cerros” (Tortolero, 2000,  p. 19). Tenían la creencia de que el interior de la tierra era húmedo y las cavernas comunicaban al ´Tlalocan`, el “paraíso acuático donde habitaba la deidad de la lluvia” (Tortolero, 2000,  p. 19). Asimismo, consideraban que la centralidad del lago era de tal magnificencia que no se acotaba a lo material, sino que existía en “la concepción del universo, en la cosmovisión” (Tortolero, 2000,  pp. 19, 29). “La cosmovisión explicaba el universo conocido en términos de un cuerpo de conocimientos exactos, al tiempo que satisfacía las necesidades ideológicas de las sociedades mesoamericanas” (Espinosa, 1996; López, 1995, citado por Tortolero, 2000, p. 29).

La concepción que los mexicas tenían del agua excede cualquier significación que pudiera nombrársele, para ellos el agua implicaba todas las dimensiones de la reproducción de la vida, les confería un sentido comunitario (donde el agua era para todos) y les permitía mantener una relación armónica y de sumo respeto con la misma. Además, la lluvia era adorada como una deidad sin igual, así como la centralidad del lago permeaba la comprensión misma que ellos percibían de su conexión con el cosmos.

¿De dónde proviene la problemática?

La multiplicidad de significados del agua que se extraen de las narrativas de las civilizaciones milenarias, devienen de una época ancestral en la que se priorizaba una episteme espiritual((Se propone nombrarla de esta forma para resaltar el plano inmaterial en que se concebía la episteme.)), en torno a las dimensiones((Se proponen estas tres dimensiones en función de agrupar las significaciones que se abstrajeron de las narrativas de las civilizaciones milenarias, y para insertarlas en la episteme espiritual.)) vitalista, sagrada y metafísica. En esa época se podía dar una significación original al agua, porque las civilizaciones milenarias tenían una plena conexión con la naturaleza, por lo cual se podía denominar –a través del lenguaje– un significado tanto a lo que ellos mismos conocían, como con lo que tenían una relación; de esa manera iban co-creando su propia realidad.

En aquellos tiempos tanto la naturaleza como el ser humano formaban una totalidad en la que las personas se desarrollaban plenamente como seres ontocreadores en la realización de su propia verdad. Por ello el mundo de la realidad((Kosik (1967, p. 14) destaca que “[…] es el mundo de la realización de la verdad; es el mundo en el que la verdad no está dada ni predestinada, ni está calcada indeleblemente en la conciencia humana; es el mundo en el que la verdad deviene”.)) formaba parte de su genuina creación espiritual y los posicionaba como individuos histórico-sociales (Kosik, 1967). En esa época ancestral hubo una continuidad en la forma de mirar/percibir el mundo bajo la lente de la episteme espiritual, donde las significaciones del agua reflejaron las connotaciones inmateriales de su tiempo.

Sin embargo, con el advenimiento de la modernidad se inauguró una nueva((Habermas (1993) considera esta etapa en torno a 1800, donde los tres últimos siglos transcurridos hasta entonces refieren al “descubrimiento” del «Nuevo Mundo», el Renacimiento y la Reforma, acontecimientos que se producen en torno al siglo XVI, los cuales constituyen la divisoria entre la Edad Moderna y la Edad Media (pp. 15-16). Sin embargo, es importante aclarar que hay muchas discusiones en torno a lo que fue el “descubrimiento” de América, y respecto al periodo de tiempo en que “nace” la modernidad. Al respecto, Dussel señala que (1994, p. 8): “La Modernidad se originó en las ciudades europeas medievales, libres, centros de enorme creatividad. Pero «nació» cuando Europa pudo confrontarse con «el Otro» y controlarlo, vencerlo, violentarlo; cuando pudo definirse como un «ego» des-cubridor, conquistador, colonizador de la Alteridad constitutiva de la misma Modernidad. De todas maneras, ese Otro no fue «des-cubierto» como Otro, sino que fue «en-cubierto» como «lo Mismo» que Europa ya era desde siempre. De manera que 1492 será el momento del «nacimiento» de la Modernidad como concepto, el momento concreto del «origen» de un «mito» de violencia sacrificial muy particular y, al mismo tiempo, un proceso de «en-cubrimiento» de lo no-europeo”. Como ya se comentó previamente, Dussel propone como primera modernidad la colonización de América y como segunda la ilustración, en este escrito se enfatizará más la segunda —con las aportaciones de Habermas— para explicar y desarrollar el argumento central. No obstante, se tiene claro que dentro de la misma noción de modernidad existen muchas críticas al respecto, ya que algunos pensadores la estudian desde una perspectiva eurocéntrica y otros desde una perspectiva latinoamericana, donde la modernidad se vislumbra como el sistema-mundo del cual los latinoamericanos también forman parte (Dussel, 1997).)) época en la que se hizo un cambio((“La modernidad ya no puede ni quiere tomar sus criterios de orientación de modelos de otras épocas, tiene que extraer su normatividad de sí misma” (Habermas, 1993, p. 18).)) de lente en la forma de mirar/percibir el mundo, lo que conllevó a que se pasara de una episteme espiritual a una episteme moderna((Se retoma la categoría de episteme moderna de Foucault para hacer énfasis en la episteme que trajo consigo la modernidad misma.)):

[…] La episteme moderna inaugura una analítica del mundo; poniendo la existencia bajo la mirada diseccionante de la racionalidad formal, la que para describir y explicar recurre primeramente a descomponer, a separar la unidad compleja del todo en los elementos aprehensibles de sus partes, buscando en fragmentos cada vez más pequeños asirse con lo simple, construir certezas, elidir la exuberante polisemia del mundo, de la vida y de lo humano como condición para someterlo a su control (Machado, 2010, p. 36).

Esa discontinuidad devino en una ruptura epistémica. Es precisamente en ese cambio de dirección, o de sustitución de una realidad por otra (reconfiguración ontológica), donde se pretende prestar la mayor atención y a la vez cuestionar ¿a qué se debió ese viraje histórico en cuanto a la forma de representar la realidad? En este sentido Habermas (1993) destaca que la episteme moderna determina una “cierta voluntad de verdad” que a su vez conforma una “renovación en cuanto a la producción del saber” (p. 313).

La ilustración es un movimiento cultural e intelectual que fomentó la separación entre lo sagrado, lo humano y la naturaleza, instaurando distintos órdenes ontológicos entre lo físico –plano material– y lo metafísico –plano inmaterial–, y “estableciendo una correlativa ruptura epistemológica entre mente y cuerpo y entre filosofía, ciencia y religión” (Lander, 2000, citado por Machado, 2010, p. 36).

Con el movimiento de la ilustración se radicaliza la separación((“La dominación sobre una naturaleza externa objetivada y una naturaleza interna reprimida es el permanente signo de la ilustración” (Habermas, 1993, p. 139).)) entre el ser humano y la naturaleza, este proceso de enajenación se materializa tanto en la des-sacralización del agua como en la des-naturalización de lo humano.

La conquista y el dominio sobre el mundo natural es la forma de relación típica que se estructura a partir de esta nueva representación, como indicador clave en la historia del ‘progreso humano’ […] la naturaleza emerge como objeto de conquista, y el conocimiento científico como el medio de conquista […] (Leff, 1994; 2002a, citado por Machado, 2010, p. 37).

Al agua le es retirada su aura y se le despoja de toda su significación sagrada y dadora de vida. En contraposición se le atribuyen connotaciones que la posicionan como una fuerza descontrolada y amenazante para la existencia humana, a la par que se vislumbra como “fuente inagotable de recursos” (Machado, 2010, p. 37). Es a partir de este momento, cuando la relación del ser humano con la naturaleza se fractura bajo esta nueva forma de representación del mundo.

Asimismo, la des-naturalización de lo humano se entiende como “el ‘despojo’ progresivo de todo lo que en lo humano hay de ‘naturaleza’” (Machado, 2010, p. 37). Éste queda reducido sólo a sus instintos, pulsiones, sentimientos y emotividades, en un sentido ‘visceralmente’ humano. Por el contrario, “lo que hace enaltecer su espíritu –elevándolo a un estatus ontológico– es únicamente el ámbito de la razón; la cual dirige y controla totalmente su vida” (Machado, 2010, p. 37).

Con la des-naturalización de lo humano, se evocan figuras metafóricas como la de Nietzsche –“Dios ha muerto”–, Heidegger –“El Dios ausente”– y Foucault –“La muerte del hombre((Foucault refería que “es con la muerte del hombre que se realiza la muerte de Dios” para denotar la trascendencia que tenía el hombre como <<ser>> ontocreador (Abraham, 1989).))”–, que hacen alusión a la consumación de la metafísica, lo que inevitablemente anuncia la indudable llegada de un “nuevo comienzo”, en el que se constata un cambio de episteme y en el que el ser humano ya no es ónticamente creador (Abraham, 1989; Habermas, 1993).

El ente ha sido abandonado del Ser. Este abandono por parte del Ser afecta al ente en su totalidad y no sólo al ente que es el hombre, el cual se representa al ente como tal, y en cuya representación se le escapa el Ser mismo en su verdad […]. (Heidegger, 1961, p. 355, citado por Habermas, 1993, p. 168).

La episteme moderna, retomando la reflexión de Nietzsche, nace del “intento fáustico de someter la vida entera al control absoluto del hombre bajo la guía ´segura´ del conocimiento” (Castro-Gómez, 2000, citado por Machado, 2010, p. 36). Esta premisa fundamental dicta el distintivo que caracterizará a la razón moderna. Habermas (1993) resalta que la razón moderna se utiliza sólo en forma de dominación «racional con arreglo a fines»((Con base en el “racionalismo occidental de Max Weber”, donde el fin justifica los medios (Habermas, 1993, pp. 14, 140).)) “de la naturaleza y los impulsos”. A la par que devela su verdadero rostro como “voluntad de dominación instrumental((Supone que “toda acción es ‘unilateral’, ya que tiende a determinado fin” (Kosik, 1967, p. 12).))”, ya que incluso las “ciencias mismas” han sido aprehendidas por la razón instrumental (pp. 14, 140-141).

Por lo que es con la implantación de las ciencias modernas, y mediante el positivismo((“Adorno y Horkheimer están convencidos de que la ciencia moderna cobra plena conciencia de sí en el positivismo lógico y renuncia a la pretensión de conocimiento teórico para sustituirla por la de utilidad técnica” (Habermas, 1993, p. 140).)), que se configura la “única” realidad posible, deformando ésta hacia una sola dimensión. Por su parte, la imagen positivista del fisicalismo((Sostiene que todo lo que existe es exclusivamente físico; hace referencia al materialismo reduccionista y a una forma de monismo.)) establece la premisa totalizadora de que “el hombre sólo puede existir como una determinada actividad abstracta, nunca como hombre entero” (Kosik, 1967, p. 17). Pareciera haber una suerte de relación imbricada en torno al positivismo, que se percibe por un lado dogmático((Lo contradictorio de la ilustración es que prometía iluminar y liberar al ser humano, bajo la guía segura del conocimiento, del sombrío sendero que había traído consigo el oscurantismo (que instauró la religión por tantos años). Esta promesa no fue cumplida, ya que la religión fue reemplazada por la ciencia positivista, a su mismo nivel dogmático.)), al establecer el método científico como única manera de explicar la realidad; y por el otro, axiomático al querer matematizarlo todo.

Derivado de este positivismo y fisicalismo se transforma al ser humano en “una unidad abstracta” que lo “inserta” en un procedimiento científico y matemático. Es justo en este momento cuando se revela “la metamorfosis real del hombre producida por el capitalismo” (Kosik, 1967, p. 49). Es por ello que la economía como ciencia moderna sólo nace con el capitalismo, ya que en la edad antigua y la edad media existían terminologías relacionadas con lo económico, pero la gran diferencia estriba en que antes la economía no era concebida como ciencia (Kosik, 1967, p. 49).

Una pieza fundamental para la comprensión de los fenómenos económicos es el supuesto de sistema, cuyo funcionamiento llega a ser equiparable con las leyes naturales de la física, por su aparente orden natural y “espontáneo”; bajo esta premisa el capitalismo se instaura como el primer sistema. Por su parte, la noción del “homo oeconomicus” tiene en su fundamento este mismo concepto: “es el hombre como parte del sistema, como elemento funcional del sistema, y como tal debe poseer los rasgos característicos que son indispensables para el funcionamiento de aquél” (Kosik, 1967, p. 50). El hecho que el “homo oeconomicus” requiera de rasgos característicos indispensables sugiere que el sujeto tiene que ser adaptado, adiestrado y manipulado a ciertos mecanismos, procedimientos y lenguajes, que inevitablemente lo terminarán disciplinando y por ende sometiendo (Kosik, 1967, pp. 50-51).

Es importante mencionar que “para la economía clásica el hombre existe como parte del sistema, y, al mismo tiempo, sólo se conoce como hombre por el hecho de considerarse a sí mismo una parte del sistema” (Kosik, 1967, p. 52). Lo mismo ocurre con la naturaleza –o bien con el agua–, ésta forma sólo parte del sistema en tanto se valorice como un recurso ad hoc.  Es por ello imperativo abstraer tanto al ser humano de su subjetividad como a la naturaleza de su inmanencia, para reducirlos a una “magnitud física”. Con este cambio de lente y forma de percibir al mundo –desde una unidimensionalidad cosificadora– las personas y la naturaleza son transmutadas en objetos y examinadas al mismo nivel de las cosas. En este proceso de cosificación((También se le conoce con el nombre de reificación.)):

El mundo humano (y natural) se convierte en mundo físico, y la ciencia del hombre en ciencia del hombre-objeto, es decir, en física social((Kosik (1967, p. 52) destaca que “la física social vive en la ilusión anti-metafísica: como doctrina del hombre como objeto, y como teoría de su manipulación”.)). […]. De esta manera se crea una realidad distinta, o más exactamente, se sustituye algo por otra cosa sin darse cuenta de la sustitución. […]. Mediante lo que, en apariencia, se presenta como simple cambio del punto de vista (o lente), se opera una sustitución de la realidad: la realidad objetiva es sustituida por la realidad objetual. […], la realidad social se ha transformado de realidad objetiva en realidad objetual, en el mundo de los objetos. […]. El sujeto se objetiviza, se abstrae de su propia subjetividad y se convierte en objeto y elemento del sistema (Kosik, 1967, pp. 49, 52).

Asimismo, Kosik (1967) destaca que el funcionamiento del sistema capitalista actual conlleva un intercambio constante entre personas/cosas, donde las cosas cobran vida y las personas fungen como meros ejecutantes: el ser humano “se reduce al nivel de la práctica utilitaria” (p. 14). Es precisamente “en la práctica utilitaria cotidiana donde los hombres suelen tomar conciencia del ser social más bien bajo aspectos sueltos o apariencias fetichizadas” (pp. 106). Al respecto retoma esta proposición de Marx: “[…] el mundo que se revela al hombre en la práctica fetichizada, en el traficar y el manipular, no es el mundo real, aunque tenga la «consistencia» y la «validez» de este mundo, sino que es «el mundo de la apariencia((Kosik (1967) denota diversas nociones comunes al término: el mundo de la pseudoconcreción, las apariencias fetichizadas, la falsa conciencia, el realismo ingenuo, entre otras connotaciones.))” (p. 12).

Con esta mirada mutilada y unilateral es como la episteme moderna instaura una forma de mirar y percibir el mundo –mediante la creación de lo real– bajo un lente cosificador. La realidad es percibida entonces con la supresión del ser humano como ente activo y ontocreador del conocimiento, de su propia verdad, de la denominación de los significados que emanaban de él y de su conexión con la naturaleza. Por su parte la naturaleza como objeto se rehace a imagen y semejanza del capital –como una fábrica productora de todos los insumos que éste le demanda–, y queda supeditada al tiempo de la máquina, no a su tiempo inmanente y auto regenerativo. Es precisamente con el cambio que se da de una episteme a otra –de la espiritual a la moderna– que el agua se re-significa.

Esta re-significación del agua se ve claramente materializada con las significaciones que se abstraen del discurso del Grupo Nestlé, y que se insertan ad hoc en la episteme moderna. Esta trasnacional es líder mundial en la venta de agua embotellada, sector que le reporta el 8% de sus ingresos totales de acuerdo a cifras del año 2011. Peter Brabeck-Letmathe, en ese entonces presidente((Fue CEO (Chief Executive Officer) de Nestlé de 1997 hasta el 2008 y fue designado Presidente del consejo de directores de 2005 hasta abril de 2017 (Nestlé, 2017).)) del consejo de directores de Grupo Nestlé, pronunció en el año de 2005 una declaración, pareciera de guerra, respecto a la gestión que se le debería dar al agua en nuestros tiempos.

Brabeck-Letmathe considera que se debería privatizar el abastecimiento de agua para que la sociedad tome más conciencia de su valor y de esa forma se evite el malbaratamiento de la misma. En tal sentido, declara((Para mayor información referirse a la nota periodística y al video original donde hace tales declaraciones; éstos se encuentran disponibles en: http://www.abadiadigital.com/presidente-de-nestle-el-agua-no-es-un-derecho-deberia-tener-un-valor-de-mercado-y-ser-privatizada/)) que “el agua no es un derecho: que tendría que ser privatizada y tener valor de mercado”. Asimismo, considera que el agua tendría que ser tratada como cualquier otro bien alimenticio, lo que representa que se le imprima un valor de mercado que esté determinado por la ley de la oferta y la demanda. Todo ello con el afán de limitar el excesivo consumo de agua que se tiene hoy en día.

Los significados que Brabeck-Letmathe designa al agua son reducidos a un valor de mercado, un recurso a privatizar y un medio meramente de carácter utilitario. Esta re-significación del agua da cuenta de la unidimensionalidad cosificadora a la que se redujo su significado. Los criterios de validez que se establecen con la episteme moderna crean una realidad en donde los seres humanos, que en un pasado eran ontocreadores de su propia realidad, son maquinizados a objetos funcionales, mientras que el agua se des-sacraliza para venderse estratégicamente como una mercancía en un mundo donde la verdad ya está previamente dada y diseñada para funcionar de una sola manera.

Con el ejercicio analógico que se hizo comparando las significaciones abstraídas, y posteriormente insertándolas en una forma epistémica, se puede repensar el planteamiento previamente citado en el título del artículo: ¿qué puede significar el agua? y a ¿qué puede reducirse?; la figura 1 lo describe en seguida:

Figura 1: Semiótica del agua.

Semiótica del agua
Fuente: Elaboración propia

En la figura 1 se puede percibir como las narrativas de las civilizaciones milenarias describen una multiplicidad((En este artículo se enfatizan las dimensiones vitalista, sagrada y metafísica; sin embargo, el significado del agua va mucho más allá de todas las palabras aquí nombradas, ya que a la vez se pueden tener ilimitadas conceptualizaciones.)) de significados del agua en torno a una episteme espiritual –en sus dimensiones vitalista, sagrada y metafísica–. Sin embargo, con el advenimiento de la modernidad se hizo un cambio de lente en la forma de mirar/percibir el mundo, lo que conllevó a que se pasara de una episteme espiritual a una moderna.

Esta discontinuidad devino en una ruptura epistemológica que trastocó el significado del agua y que a su vez permitió mirar el mundo material fuera del espiritual, priorizando una negación de la vida, de todo lo humano y natural que pueda acontecer en ella. En la separación del humano con la naturaleza, el agua se des-sacraliza y el humano se des-naturaliza.  El discurso pronunciado por el Grupo Nestlé materializa y al mismo tiempo reduce la re-significación del agua en torno a una episteme moderna –en su unidimensionalidad cosificadora–.

Con esta ruptura epistémica se crea entonces un mundo de apariencia en el que cobran vida los objetos, y en el que la naturaleza/el ser humano quedan reducidos a meras mercancías/consumidores respectivamente. De esta manera se configura el sistema mundo moderno-colonial (creación de lo “real”) mediante la producción/sometimiento de cuerpos y territorios/naturalezas como objetos disponibles para la valorización del capital (Machado, 2010, p. 40).

Consideraciones finales

Desafortunadamente se carece de los ríos, lagos, y la mayoría de los cuerpos de agua que tenían la dicha de venerar las civilizaciones milenarias que se revisitaron. Menos aún se tiene la experiencia metafísica, ni la comprensión del universo que el agua suponía para la contemplación de la vida misma en un sentido ontológico relacional y no dualista. La humanidad ha olvidado que olvidó toda su conciencia histórica, su propia deshumanización y su cruenta separación con el significado de la naturaleza, en particular del ente dador de vida que representa el agua.

El hecho más vil y deleznable que se le ha transferido al agua en la actualidad es capturarla y envasarla para imprimirle un valor de cambio y ponerla en el mercado sólo al alcance de aquellos que puedan comprarla. Entonces, ¿sólo quienes posean dinero podrán tener acceso al agua? En su unidimensionalidad cosificadora el agua debería privatizarse para que de esa forma la población sea más ‘consciente’ de su uso y no se malgaste.

Lastimosamente, ésta es la respuesta más atinada que se tiene hoy en día respecto a la disponibilidad del agua: las empresas trasnacionales((Con la actuación simbiótica del Estado, como “ejecutor de la soberanía del mercado”, el aparato estatal funge como instrumento legitimador en el funcionamiento del sistema capitalista (Bauman, 2007, p. 95). Todo ello confabulado y por supuesto avalado por un aparato científico, devenido de la episteme moderna.)) con sus declaraciones hostiles y su hegemonía aplastante subsumen a la población a alinearse a su discurso de devastación. Lo que es más impresionante aún es que pareciera que el ser humano no se da cuenta de lo que está ocurriendo. Mientras participa activamente en el consumo de sus productos/servicios, el capitalismo voraz((Algunos autores lo llegan a denominar incluso como capitalismo terminal, por la gravedad de la situación.)) está devorando con gran velocidad tanto a la naturaleza como a la humanidad, poniendo en juego la reproducción de la vida misma.

¿Qué queda entonces por hacer? Como un primer acercamiento –retomando a Kosik (1967) – se considera imperativo destruir el mundo de la apariencia mediante un ejercicio dialéctico que permita deshacer las invenciones fetichizadas del “mundo cosificado” para aprehender la “auténtica realidad” y la “cosa misma”, con lo cual se pueda desvelar el significado originario del agua denominado por el ser humano ontocreador, constructor de su propia verdad.

La historia humana puede ser el proceso de la verdad y la historia de la verdad. La destrucción del ‘mundo de la apariencia’ significa que la verdad no es inaccesible, pero tampoco es alcanzable de una vez y para siempre, sino que la verdad misma se hace, es decir, se desarrolla y realiza (Kosik, 1967, pp. 14-15).

Como segundo acercamiento se argumenta que la vida cotidiana es un elemento crucial para  actuar críticamente desde la reproducción de nuestros propios espacios sociales, por lo que se tendría que alinear lo que se piensa, se dice y se hace para tener una congruencia con los propios actos, así como hacer cambios((Como predicaba Gandhi; “si quieres cambiar al mundo, cámbiate a ti mismo”.)) profundos en los hábitos cotidianos. Dejar de ser parte de la demanda y de las estadísticas del consumo((Ampliar el horizonte en las formas del consumo del agua, apostándole a los tratamientos domésticos de potabilización de agua del grifo (hervir y filtrar el agua, por citar algunos ejemplos) como alternativa de consumo.)) de agua embotellada sería un increíble comienzo. Además de cuestionar frecuentemente los productos((Sobre todo si se es consciente de que el agua se utiliza, como materia prima, en la fabricación de todos los productos industrializados que se venden.)) que se consumen en general, ¿qué contienen?, ¿quién los fabricó?, ¿dónde se fabricaron?, ¿cómo obtienen sus insumos?, ¿qué disposición final se le da al desecho que se genera después de consumirlos?, ¿existe algún impacto ambiental o en la salud de las personas si se consumen?, ¿se está reproduciendo la vida de la comunidad con su consumo, o sólo se está contribuyendo a la acumulación de capital de unos cuantos? entre otras muchas interrogantes a reflexionar.

Asimismo, como un tercer y último acercamiento, se considera que la cuestión de la semiótica del agua es preponderante para poder generar conciencia del significado primigenio que representa este líquido. Piñeyro (2006) destaca que existen diversas percepciones que se confrontan y que pueden llegar a generar disputas. Para repensar claramente dicha percepción sería imperativo analizar el significado hasta su origen((Con ayuda de un ejercicio etimológico, genealógico y arqueológico.)), ya que todo conocimiento de la realidad no es la realidad sino una construcción de la misma: “identificar las percepciones que subyacen en los discursos del agua permite inferir los valores que sustenta quien los pone en circulación y qué modelo de desarrollo y estilo de intervención promueve con su conceptualización” (p. 23).

De ahí deriva la importancia de revisitar diversas percepciones sobre el significado del agua, para testimoniar a que se ha reducido su término, y para repensar otra forma de apreciación desde la mira de otros actores, además de unir una perspectiva semiótica a la gestión del agua con la premisa central de recrear la coherencia entre el saber, el decir y el hacer (Piñeyro, 2006, pp. 2, 23). Por ello es primordial –como refiere Leff (2002b)– “intentar avanzar en la construcción de un concepto de agua como ´un bien multifacético, fuente de vida y de apropiación colectiva’” (citado por Piñeyro, 2006, p. 2), así como pugnar tanto por la reivindicación de las dimensiones vitalista, sagrada y metafísica que conceptualizan al agua, como por la recuperación de los bienes comunes.

Los acercamientos formulados se materializan en términos prácticos con “La Coordinadora Nacional Agua para Tod@s Agua para la Vida”((“Es un proceso de organización y articulación autónomo, amplio e incluyente, en donde confluimos pueblos originarios, organizaciones sociales, trabajadores, sistemas comunitarios de gestión del agua e investigadores comprometidos con la construcción del buen  gobierno del agua y el territorio (las cuencas), […], frente la privatización, la contaminación, la sobreexplotación, el despojo y el acaparamiento”. Asimismo, es una “campaña nacional que busca el buen gobierno del agua en México a través de la participación ciudadana en la toma de decisiones sobre el agua en el territorio y en los sistemas de agua y saneamiento, tal como plantea la Iniciativa Ciudadana de Ley General de Aguas, en cumplimiento con el 4o Artículo Constitucional (derecho humano al agua)”. Aunado a dicha iniciativa también se cuenta con “La Escuelita del agua”, la cual fomenta cursos de capacitación para la defensa y gestión comunitaria del agua. Para mayor información remitirse al siguiente enlace: http://aguaparatodos.org.mx/quienes-somos/.)), quien desde el 2012 nos muestra una posibilidad de estrategias comunitarias autogestivas, que por un lado priorizan el valor de uso del agua para la reproducción de la vida, y por otro, fomentan la autodeterminación de la gobernabilidad de los asuntos del agua desde la mira de los ciudadanos. Si bien esta iniciativa –desde abajo– es un elemento esperanzador contra la ofensiva privatizadora que viene oprimiendo cada vez más al pueblo mexicano, hace falta sumar más esfuerzos que aboguen a favor de generar capacidad de agencia, movilización y organización por la defensa de nuestros bienes comunes.

Finalmente, la enajenación del significado primigenio de este ente dador de vida separa al ser humano cada vez más de su relación armoniosa con la naturaleza. Será necesario lograr desarrollar una mayor sensibilidad((Se sugiere consultar –el documental y el libro– “Los mensajes ocultos del agua” de Masaru Emoto, quien con sus investigaciones descubrió que el agua está viva.)) e intuición que permitan percibir cómo el planeta respira, siente, sufre, y añora un cambio en nuestro modo de vida para recordar nuestra naturaleza((Moore (2014, p. 99) destaca: “[…]: la Tierra es un ambiente para humanos, y los humanos son ambientes (y constructores de entornos) para el resto de la vida en el planeta Tierra. El enfoque acostumbrado para estas interrogantes, en la historia y las ciencias sociales, es ver la dialéctica de las naturalezas humana y extra-humana como una de interacción. Pero el modelo interaccionista se fundamenta sobre un gran —y creo hoy día injustificado— reduccionismo. Los humanos, en sí mismos, son complejas redes de determinación biofísica: somos, entre otras cosas, un “entorno” para los trillones de simbiontes microbianos (el microbioma) que habitan en nosotros, y que hacen posible nuestra actividad vital”. Estamos tratando, en otras palabras, con “mundos dentro de mundos” (Ley, 2008, citado por Moore, 2014, p. 99).)) ancestralmente heredada, como seres humanos ontocreadores en conexión y comunión con el cosmos.

Esta investigación pretende contribuir tanto en la generación de conciencia ambiental/sanitaria, como en el compromiso de una sociedad más informada que sea responsable de sus propios actos y luche por los derechos que le han sido arrebatados. Es hora de despertar de este mundo de la apariencia y hacer conciencia del llamado urgente que precisa la Madre Tierra, así como de sufragar la deuda moral que como sus hijos amados le debemos desde tiempos inmemoriales.

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