Apuntes sobre la naturaleza del ser humano contemporáneo
Resumen
Pensar los conflictos socioambientales que emergen en los albores del siglo XXI requiere reconocer las implicaciones del sujeto y el modelo de organización que ha determinado buena parte de la problemática. Por ello, más que entender la conflictividad como un objeto propio y autónomo -que lo es en cierta medida- es menester vincularla como heredera de un proceso más complejo que se sitúa, como mencionaremos a lo largo de esta breve aportación/reflexión, en la relación humanidad-naturaleza.
El ser humano es un integrante más de la naturaleza. De hecho, aunque su posición no es la más importante en cuanto a su preservación, sí es el ente más catastrófico –piénsese en el papel que juegan los organismos descomponedores (bacterias, hongos y lombrices, por ejemplo) en las cadenas tróficas frente a los efectos de las industria petroquímica, metalúrgica y agropecuaria tan comunes para la vida humana–. Quizás, en otros tiempos fue distinto -no quiere decir que no hubiera depredación, sino que ésta era menor y formaba parte de los ciclos naturales- y existieron clanes, tribus y posteriormente pueblos, que vieron a la naturaleza como su origen, sustento y trascendencia, a tal grado que la veneraron y pusieron en primer plano nombrándola divina o en algunos casos dotándola de vida social y entendiéndola como un sujeto de derecho y acción.
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