
Ireri llegó a la ciudad porque su prima le había conseguido trabajo en un pequeño cine en el centro. Le había dicho que le pagarían bien y que acá aprendería un montón de cosas, que la ciudad era muy grande y que había muchas posibilidades de crecer. Al final, tenía que dejar el pueblo, hacer su vida y dejar de depender de esa familia que era tan conflictiva. Así que sin pensarlo mucho Ireri se animó, y bajó del autobús un domingo de marzo para acudir a su cita de empleo al día siguiente. Como Ireri era una joven sencilla y con mucho carisma, no dudaron en contratarla inmediatamente. Así que para festejarlo, esa tarde invitó a la prima Laura a comer helado. Todo marchaba muy bien, hasta que aprendió que en la ciudad las imágenes son eso, imágenes, y que si son en blanco y negro, se deshacen con mucha facilidad.