
De a poco me fui consumiendo entre las sales y las arenas de los días con sus noches. Era la primavera de mi existencia cuando abrí los ojos. La luz para mí era algo desconocido y por ello me hizo daño. De ahí en adelante, ya nunca más pude ver con claridad y eso desde siempre me llenó de tristeza. Pero a pesar de todo, los dioses no fueron inclementes conmigo. Estando todavía húmedo por mi nacimiento, me vi rodeado de varios amigos que me inundaron con sus sonrisas y con sus alegrías. A ninguno de ellos los conocía, pero por algún motivo su presencia hacía que mi corazón latiera con intensidad. Es triste acordarme de aquella sensación porque aunque […]