
La raza constituye el primer criterio para clasificar y distribuir a las poblaciones del mundo, a través de la creación de identidades históricas, provocando a su vez una división racial del trabajo. En este marco, los pueblos colonizados se convirtieron en razas inferiores, y en mano de obra barata y/o esclava para producir mercancías para el mercado mundial. Las formas de dominación colonial se erigieron como patrón global de poder capitalista, lo que Quijano apodó como colonialidad del poder (1992).