
Por desgracia vivimos en un mundo tendente a la homogeneización generalizada. No sólo los grandes rasgos de las formas de hacer política tanto interna como externa, el devenir económico del mundo, las relaciones sociales estandarizadas y tristemente la creación del conocimiento en instituciones académicas. También tiende a la generalización las formas de sentir, de percibir, de amar… matando la ritualidad que gira en torno a los ritmos únicos de cada persona, pueblo y nación. Yo crecí ajeno a esta realidad, por pura ignorancia, en mi educación no entraba la posibilidad de que otras personas pudieran realmente entender y sentir diferente de mi o que mi propia forma de vivir estaba siendo transformada poco a poco hacía una estandarización global, […]