El número “Luchas, derechos y espacios: Iberoamérica repensada desde la diversidad y el género« que presenta la revista Iberoamérica social: revista-red de estudios sociales, contiene diversos trabajos que permiten problematizar, a la vez que contextualizar, diversos pensamientos y acciones en Iberoamérica.
Los textos son interpretaciones que surgen de las relaciones sociales que les dan origen. Son posturas que se evidencian a través del pensamiento y que se manifiesta a través de la escritura, por tanto son acciones sociales y en ese sentido hay que contextualizarlos.
Analizar las luchas, los derechos y los espacios en torno a la diversidad y el género supone problematizar primero algunas de estas categorías en sus contextos. Es por ello que cuando por ejemplo nos situamos desde Latinoamérica y El Caribe, necesariamente debemos comprender que esta región, ha sido producto, como señala Enrique Dussel, de una trilogía: capitalismo, colonialismo y modernidad. Este trio de acontecimientos y fenómenos ha marcado el devenir de la mayoría de los países en la política, en la economía, en lo cultural, en fin, en todas las relaciones sociales. Estas relaciones sociales han estado sustentadas con base a un paradigma moderno: hombre blanco, con privilegios de clase, heterosexual, padre y católico, producto del colonialismo europeo. Lo demás se constituye en lo “otro”: las mujeres, las y los indígenas, las y los negros, gays, lesbianas, personas trans.
La concreción de esta otredad ha significado un sinnúmero de violencias, discriminaciones, exclusiones hacia estos diversos sujetos, que en la lógica moderna solo son reconocidos en tanto conforman la diferencia colonial.
Si bien en los últimos años con las reformas constitucionales que se han dado en diferentes países y producto de las luchas de muchos movimientos sociales por el reconocimiento, muchos y muchas ya son nombrados, muchas veces reconocidos en el espectro de las naciones pluriculturales y plurinacionales, pero siguen siendo lo otro, pues el paradigma moderno sigue intacto, se convierte incluso en una necesidad a la que muchos movimientos y sujetos aspiran ser a través de demandar políticas de la igualdad, pues las condiciones materiales del lugar que ocupan son desiguales, en torno a derechos, a acceso a servicios, a vivir dignamente, y es porque precisamente el reconocimiento a la diversidad no garantiza las transformaciones sociales necesarias para que dejen de ser “lo otro”.
En ese sentido la diversidad, sino implica la eliminación de desigualdades sociales no es otra cosa que una forma de multiculturalismo liberal, que crea una serie de discursos potables, incluso políticas estatales y de reconocimiento de ciertos derechos que al final siguen manteniendo el status quo.
Es necesario entender que categorías políticas como indígenas, negras y negros, mujeres, lesbianas, gays, trans, han sido construidas por las mismas opresiones: indígenas, negros y negras por el racismo, mujeres, trans, gays, lesbianas por el heterosexismo, aunque la utilicemos para la política, para la movilización de forma estratégica. Esto supone entender que las identidades son construidas, no son fijas y deben ser contextualizadas y comprenderlas en un entramado de opresiones que funcionan de forma imbricada. No es posible por ejemplo entender las relaciones de género sin las relaciones de raza y clase y sexualidad, porque de lo contrario estaríamos reproduciendo lógicas binarias, heterocéntricas y racistas. Tampoco es posible entenderlas sin una comprensión compleja de los contextos. No es lo mismo ser una mujer indígena o negra a una mujer blanco-mestiza, en el ámbito rural o urbano, o un hombre negro pobre de una comunidad latinoamericana o caribeña a un hombre blanco heterosexual de España, por ejemplo.
Si bien son importantes el reconocimiento de las diversas experiencias de sujetos, creo que lo fundamental es una lucha por acabar con las opresiones que dieron origen a estas categorías. Más allá de luchar por el reconocimiento de ser negra, mujer, o lesbiana, es necesario acabar con el racismo, con el sexismo y el heterosexismo, una lucha que no puede ser fragmentada, sino imbricada, lo cual supone alianzas permanentes entre movimientos sociales que buscan transformar de raíz las relaciones sociales basadas en las desigualdades.
Es por lo anterior que analizar las luchas, los espacios, los derechos supone una toma de postura ética en torno a como han tenido lugar las relaciones sociales y no asumirlas como naturales. Supone historizar, analizar sus construcciones a partir de entender cómo se ha construido la hegemonía cultural, económica, social, que aún hoy siguen sosteniendo muchas de las élites de nuestros países.
Este ejercicio, es epistémico a la vez que político, pues busca en primer lugar, una reinterpretación de los hechos históricos desde posturas subalternas; en segundo lugar, busca la creación de pensamiento crítico que no solo se quede en un juego de palabras en jergas académicas, sino fundamentalmente, en provocar acciones colectivas que propendan por acabar con las desigualdades sociales y así lograr la transformación social.
Espero que estos artículos sean una provocación para ello.
Ochy Curiel
Activista lésbico Feminista, antirracista y decolonial.
Docente de la Universidad Nacional de Colombia.