DescargaHéctor Rivera Vergara
Universidad Alberto Hurtado, Santiago, Chile
hectorriveravergara@gmail.com

Recibido 30 Septiembre – Aceptado 21 Octubre

 

Resumen: El ensayo se centra en una crítica al modelo neoliberal, implementado en Chile a finales de década de los setenta, desde la perspectiva teórica de Friedrich Hayek, mediante la descripción de una sociedad estructurada desde los principios del libre mercado y analizando las consecuencias de su propuesta en los procesos de movilidad social de los profesionales de estratos socioeconómicos medios, provenientes del área de la salud, artística y de las ciencias sociales, en sus mecanismos de inserción e integración al campo laboral, los cuales deben afrontar constantes luchas simbólicas en contra de la precarización y flexibilización de sus condiciones laborales, caracterizadas por las bajas remuneraciones, carencia de estabilidad laboral y seguridad social, circunstancias que podrían provocar procesos de movilidad social fallidas por no obtener el reconocimiento socio-laboral, configurando una disconformidad posicional a nivel social, laboral y económico, originando un sentimiento de fracaso y menoscabo social.

Palabras claves: Movilidad Social, Reconocimiento Socio-Laboral, Desigualdad Social, Economía de Mercado, Movilidad Social Fallida.

 

Abstracts: The essay centers on a criticism of neoliberal model implemented in Chile at the end of the seventies, from the theoretical perspective of Friedrich Hayek, by means of the description of a society structured from the beginning of the free market and analyzing the consequences of its proposal in the processes of social mobility of the professionals of average socioeconomic strata, originated from the area of the health, artistic and of the social sciences, in its mechanisms of insertion and integration to the labor field, which must confront constant symbolic struggles against the precarization and relaxation of its labor conditions, characterized by the low remunerations, lack of labor stability and social security, circumstances that might provoke social mobility processes frustrated for not obtaining the recognition socio-labor, forming a positional dissatisfaction at social level, labor and economically, causing a feeling of defeat and social impairment.

Keywords: Social Mobility, Recognition Socio-Labor, Social Inequality, Market Economy, Social Mobility Frustrated.

 

Introducción

El presente ensayo se basa en la investigación titulada: “Procesos de movilidad social en los profesionales de estratos socioeconómicos medios de la Región Metropolitana de Santiago de Chile. Un estudio desde la dimensión reconocimiento socio-laboral”[1], y está centrado en las dificultades y desigualdades sociales que los profesionales enfrentan en sus mecanismos de inserción e integración al campo laboral.

En la investigación antes señalada, se utilizaron los alcances teóricos de la movilidad social y la teoría del reconocimiento social de Axel Honneth (1997), para articular la dimensión Reconocimiento Socio-Laboral. En términos metodológicos, esta investigación fue de carácter cualitativo, y desarrollada desde un diseño de investigación emergente, el cual permitió “no reducir la complejidad al fragmentarla en variables, por el contrario incrementar la complejidad al incluir el contexto social” (Flick, 2002, p.41, citado en Rivera, 2013). Además, se la abordó desde los paradigmas materialista e interpretativo, los cuales develan la ideología y la experiencia del presente en relación a una consciencia emancipada (Valles, 2003, citado en Rivera, 2013). Esto se explica, siguiendo la noción de paradigma crítico de Guba y Lincoln (1994, citado en Rivera, 2013 ), debido a que su nivel ontológico se basa en el realismo histórico, en el sentido que se considera que la realidad está configurada por aspectos económicos, culturales y políticos previos. De esta forma, se consideró que la subjetividad de los profesionales de estratos socioeconómicos medios está configurada por las desigualdades sociales existentes en el país, las cuales se materializan en las diferencias de oportunidades en el desarrollo personal, profesional y social.

En el plano epistemológico, se asumió que la investigación está mediada no sólo por las creencias de los profesionales de estratos socioeconómicos medios en su proceso de movilidad social, sino también por las creencias del investigador, el cual entró en un proceso de comunicación por medio de la entrevista como herramienta de producción de datos, con el objetivo de una meta indagación (Valles, 2003, citado en Rivera, 2013) concentrada en la descripción de las oportunidades de los sujetos/actores de re-pensar las condiciones de posibilidad impuestas por la hegemonía político-económica imperante.

En la recolección de la información se utilizó la técnica de la entrevista focalizada, con una pauta de preguntas semiestructurada. La muestra se conformó por ocho profesionales (cuatro mujeres y cuatro hombres) de estratos socioeconómicos medios que habitan en la Región Metropolitana de Santiago de Chile. Estas personas son parte de, la primera generación familiar de profesionales, que poseen un título profesional entregado por una universidad chilena y que tienen, una experiencia laboral de a lo menos cinco años con posterioridad a su titulación, que desarrollan funciones propias de su especialidad en el campo laboral. Estas características permitieron seguir la postura weberiana, según la cual los sujetos pertenecientes a una mismo sector social se pueden diferenciar al interior de estas por estratos, mediante sus intereses, aspiraciones, roles, funciones, estilos de vida, estructurando una forma de estatus que basa su éxito en el reconocimiento socio-laboral (Rivera, 2013). De esta forma, la razón por la cual se excluyó a priori a los profesionales con menos de cinco años de experiencia laboral posterior a su titulación, se debe a las posibles indeterminaciones en su experiencia y opiniones de vida en referencia a la importancia del reconocimiento socio-laboral en sus procesos de movilidad social, conformándose así, una muestra teórica o intencionada (Rusque, 2003, citado en Rivera, 2013), por medio de la técnica de la bola de nieve, en donde su tamaño se definió por saturación de datos, juzgándola más por su calidad que por su cantidad (Sampieri, 2007, citado en Rivera, 2013).

En la caracterización de la muestra desde el concepto de clase social se advirtió compleja,  debido a la clase media históricamente concebida a principios de los años treinta del siglo veinte, dotada de una identidad de transformación social basada en la educación pública, el trabajo y el mérito personal,  que  les permitió  postular a cargo de elección popular y desarrollarse dentro de la administración pública, además de acceder a las áreas de la docencia, literatura, ciencias, “conformando una gama de profesionales liberales provenientes principalmente de las clases populares” (Azún, 2009, p. 33), ya no se aprecia en la estructura social del Chile actual. Escenario social, que se establece en los estudios de movilidad social realizados desde los años ochenta,

en donde clasifica a un sector medio principalmente desde las variables de ingreso y ocupación, diseñando una distribución instrumental, que no caracteriza y define a la clase media como tal, ya sea por decisiones metodológicas o simplemente evitar el riesgo de caer en consideraciones de tipo ideológicas que podrían comprometer la objetividad de los estudios (Rivera, 2013, p. 13)

Barozet & Espinoza (2008, citado en Rivera, 2013), afirman que las definiciones; “son de tipo residual y los cortes entre grupos sociales son arbitrarios” (p. 2).

En este sentido, Savage (2003) y Marshall & Rossman (1997), sostienen que la gran dificultad para definir el concepto de clase social, es haber estado siempre relacionado a una dimensión de acción colectiva, situación que no se ve claramente expresada en la actualidad, proponiendo centrar el análisis en lo individual, expresamente en la dimensión de la identidad de los sujetos, en escuchar sus propios significados y valoraciones del sector social que se consideran miembros, ya que los análisis de movilidad social realizados se basan exclusivamente en relaciones de trabajo, en donde el “indicador de ingresos reduce todas las dimensiones de diferenciación social a una escala unidimensional y la construcción de estratos ocupacionales, reduce una gran cantidad de ocupaciones a un número pequeño de clases” (Torche, 2006, p. 16, citado en Rivera, 2013), contexto que no permite caracterizar socioculturalmente a un sector medio.

De esta manera, en vista de la complejidad para caracterizar y definir clase media  para los objetivos que persiguió la investigación que fundamenta este ensayo, se decidió utilizar el método de medición de Nivel Socioeconómico ESOMAR, debido a que permite poder fijar instrumentalmente cierta caracterización socioeconómica de la muestra, mediante las variables ingreso, nivel educacional, bienes y comunas de la Región Metropolitana de Santiago de Chile que habitan preferencialmente, en donde “los sectores medios se ubican en los estratos C2 y C3” (Barozet y Espinoza 2008,  p. 7, citado en Rivera, 2013).

A pesar que tampoco este método de medición permitió entregar características socioculturales e identidad precisas sobre los sectores medios, es el único modelo que segmenta a los diferentes grupos sociales, proporcionando un criterio práctico de diferenciación social, a través de variables socioeconómicas y prácticas de consumo (Barozet y Espinoza 2008, citado en Rivera, 2013), ya que se pretendió describir los procesos de movilidad social de un grupo de profesionales, que perteneciendo a un sector social medio, se diferenciarían de los otros  miembros por conformar en opinión de este investigador, “un estatus que simbolizan estilos de vida específicos” (en términos weberianos), que racionalmente emprenden acciones individuales para obtener una movilidad social ascendente dentro de los limites aparentemente abiertos, fluidos y difusos (en términos de Giddens), dentro del sistema de estratificación social de Chile.

Finalmente, el análisis de los datos se centró  en describir la influencia de la dimensión del reconocimiento socio-laboral en el proceso de movilidad social de los profesionales de estratos socioeconómicos medios, mediante sus percepciones, sensaciones, significados y expectativas, en relación a la estructuración del campo laboral chileno y la composición de la Dimensión Reconocimiento Socio-Laboral, permitiendo evaluar sus procesos de movilidad social desde la teoría de la movilidad y reconocimiento social, para luego reflexionar sobre las supuestas causas y consecuencias de la no obtención del reconocimiento socio-laboral en la configuración de una movilidad social fallida, alcanzando tres hallazgos relevantes:

  1. A través del diálogo teórico-empírico, se define los componentes del Reconocimiento Socio-Laboral:

• Reconocimiento Profesional de las Jefaturas: Sentir que sus jefaturas le brindan las oportunidades para afrontar nuevos desafíos laborales, que permitan alcanzar un sistemático desarrollo profesional.

• Realización Profesional: Sentir autorrealización profesional y personal en el desempeño de sus funciones laborales, siendo parte fundamental del proyecto laboral en donde ejerce funciones.

• Respeto Profesional: Sentir el respeto profesional de sus pares, debido que es parte fundamental del proyecto laboral en donde ejerce funciones.

• Satisfacción con las Remuneraciones Económicas: Sentir que su desempeño profesional es remunerado en directa proporcionalidad a sus capacidades, experiencia y responsabilidades laborales.

En este sentido, estos componentes permitieron establecer los parámetros para la auto-calificación de los procesos de movilidad social, por parte de los profesionales, en donde sólo tres profesionales del área de las ciencias exactas e ingenieriles, consideraron que sus procesos de movilidad social eran verticales ascendentes dentro de la estructura social chilena, debido principalmente a los componentes reconocimiento profesional de sus jefaturas y satisfacción con las remuneraciones económicas, permitiéndoles alcanzar metas y anhelos a nivel personal y familiar, configurando un sentimiento de autorrespeto, autoestima y autorrealización social y personal, en términos de Honneth (1997). En contraposición, cinco profesionales del área de la salud, artística y de las ciencias sociales, consideraron que sus procesos de movilidad social habían sido horizontales o descendentes dentro de la estructura social chilena, debido principalmente a la no obtención de reconocimiento profesional de sus jefaturas y la insatisfacción con sus remuneraciones económicas, condiciones que han desencadenado una desconfianza en sus aptitudes y condiciones profesionales, materializándose en no alcanzar sus metas y anhelos a nivel personal y familiar, estableciendo una dependencia económica de sus padres para mantener los estándares de vida acostumbrados, trayendo como consecuencia un sentimiento de fracaso y menoscabo social, en términos de Honneth (1997).

2. Se coloca en entredicho la efectividad de la educación universitaria como mecanismo de movilidad social en los estratos socioeconómicos medios provenientes del área de la salud, artística y de las ciencias sociales, debido al escaso capital social, la precarización y flexibilización de las condiciones laborales, caracterizada por las bajas remuneraciones, carencia de estabilidad laboral y seguridad social. Además, la existencia de estructurados y estáticos diseños administrativos y organizacionales que conforman las entidades laborales, que impiden que los profesionales puedan participar en forma activa, mediante sugerencias, opiniones, propuestas, etc., que permitan crear lazos de pertenencia e identificación con el proyecto de empresa, y con ello, alcanzar mecanismos de inserción e integración efectivos al campo laboral chileno.

De esta forma, se pudo constatar que la teoría de movilidad social existente, no aborda significativamente los sentimientos de frustración y menoscabo social producido, al no alcanzar procesos de movilidad social ascendentes, y sólo estructura clasificaciones de movilidad social horizontales y descendentes, las cuales son calificadas como etapas de preparación para un supuesto proceso de ascenso social dentro de la estructura social (Coxon y Jones, 1984, citado en Rivera 2013).

3. De este modo, se propone la noción de “movilidad social fallida” para dar cuenta de las consecuencias subjetivas de procesos de movilidad social que no alcanzan el reconocimiento social, definiéndola como:

un desplazamiento horizontal o vertical descendente dentro de la estructura social, ocasionado por una falla en la obtención de reconocimiento socio-laboral, dificultando un desarrollo profesional sistemático y de valoración personal, estructurando una disconformidad posicional a nivel social, laboral y económico, que se manifiesta en la conformación de un sentimiento de frustración por el no logro de metas y expectativas profesionales, personales y familiares (Rivera, 2013, p. 89).

Ahora bien, el ensayo se centra en una breve crítica a modelo neoliberal, implementado en Chile desde finales de década de los setenta, desde la perspectiva teórica de Hayek (1977), mediante la (I) descripción del pensamiento de una sociedad estructurada desde los principios del libre mercado, (II) analizando las consecuencias de su propuesta para la convivencia social, enmarcadas en los procesos de movilidad social de los profesionales chilenos, a través de desigualdades sociales (CEPAL,2010)  y luchas simbólicas (Bourdieu, 1995), que deben enfrentar, para alcanzar el reconocimiento socio-laboral y así evitar la configuración un sentimiento de fracaso y menoscabo social (Honneth 1997), debido “al no logro de metas y expectativas profesionales, personales y familiares,” (Rivera, 2013, p. 89).

Desigualdad Social. Luchas Simbólicas de Inserción e Integración del Campo laboral chileno.

Las políticas económicas neoliberales implementadas por el Estado Chile a finales de la década de los setentas, establecieron garantías de libertad basadas en la competencia económica del libre mercado, realidad que es respaldada Hayek (1977), afirmando, que es necesario reducir las funciones del Estado, para evitar la intervención en la competencia y las libertades individuales. Es así, que la “planificación y la competencia sólo pueden combinarse para planificar la competencia, pero no para planificar contra la competencia” (p. 71), asumiendo que las leyes tienen que garantizar la propiedad privada y la libertad de contrato, de tal modo que permitan crear las condiciones de competencia y evitar todo aquello que atente contra el libre mercado, como es el fraude, el abuso y el monopolio, ya que eliminar la competencia termina afectando al consumidor y “produciéndose el mayor daño moral, debido que el mercado es el único ente regulador de lo social, y única dimensión de diferenciación individual, la cual no puede defender valores sociales de igualdad, porque abandonaríamos el dinero y esto sería imposible” (p. 131). De esta forma, “la desigualdad es inevitable en un régimen de mercado, sólo se puede soportar mejor si está determinada por fuerzas impersonales”, (p. 141), como son las leyes de la oferta y la demanda. Por ello, “para distribuir riqueza se necesita planificar, pero esto generaría más opresión y descontento” (p. 133), ya que de alguna forma se atentaría contra la competencia y las libertades individuales.

Desde las afirmaciones de Hayek (1977), se puede contra argumentar, que la progresiva capacidad de consumo de la sociedad chilena se conjuga con la creciente necesidad de satisfacer necesidades, generando “una situación de aparente libertad, en tanto que la sustancia concreta de ésta es la independencia de la necesidad” (Marcuse, 1969, p. 236), configurando una “sociedad tecnológica de la abundancia” (Wellmer, 1979, p.145) y reduciendo al sujeto sólo la dimensión del interés económico, justificando y desencadenando la naturalización de las desigualdades, constituyéndose “un frente de batalla que atraviesa toda la sociedad, de forma continua y permanente, poniendo a cada uno de nosotros en un campo o en otro. No existe un sujeto neutral, somos necesariamente el adversario de alguien” (Focault, 1992, p. 59).

De este modo, poder político queda subordinado a los intereses de lo económico, imponiendo el “pensamiento único que no se cansa de recordarnos que la actividad política es poco adecuada para la solución de los problemas del mundo contemporáneo”(Cerda, 1997, p. 26), presentándose un “Estado de Derecho Privado” (Jáuregui, 2000, p. 54), emanado desde la racionalidad instrumental y carente de una reflexión socio-moral, en donde la política es despojada de la ideas y los ideales de sociedad, para actuar con eficiencia y eficacia para los fines del mercado, originando

que las relaciones humanas cambian por relaciones de intercambio, con la noción de valor de cambio. Nace así el concepto de propiedad privada, poseer cosas, transformarlas y consumirlas, regulando todo el funcionamiento de la sociedad y de las relaciones humanas (Barcellona, 1998, p. 196).

Situación que es atribuible a mecanismos de dominación de las relaciones sociales, mediante una violencia simbólica que otorga una eficacia en su modo de funcionamiento en las dimensiones de lo social y lo cultural, y una aceptación dóxica del mundo, es decir:

resulta del acuerdo inmediato de las estructuras objetivas con las estructuras cognoscitivas, es el verdadero fundamento de una teoría realista de la dominación y de la política. De todas las formas de persuasión clandestina, la más implacable es la ejercida simplemente por el orden de las cosas (Bourdieu & Wacquant, 1995, p. 120).

De este modo, las relaciones de poder existentes entre lo político y lo económico, se encuentran en constante conflicto, en donde el profesional de estratos socioeconómicos medios se encuentra en una lucha por superar las desigualdades sociales y por obtener su reconocimiento socio-laboral dentro del campo laboral, como:

un derecho singular, fuertemente marcado por una relación de propiedad, de conquista, de victoria, de naturaleza. Puede tratarse de derechos de familia, raza, derechos de superioridad o de la herencia, en definitiva derechos como seres complementarios a una realidad social que globalizan un todo social (Foucault, 1992, p. 62).

Desde un “proceso de subjetivación que busca la formación de sí con el otro, que no alude a la búsqueda de la naturaleza interna negada por la sociedad, sino que es una construcción histórica en relación con otro” (Angelcos, 2008, citado en Rivera, Valenzuela & Venegas, 2013, p. 545), en donde las relaciones sociales siempre son de poder y por tanto el poder constituye al sujeto y entrega la posibilidad de emancipación mediante la subjetividad, por lo tanto: «la subjetivación es inicialmente un proceso de desidentificación y desclasificación, es decir, el rechazo de una identidad previamente impuesta, ya sea por un grupo de control hegemónico, alguna institución pública o el sistema en general» (Angelcos, 2008, p. 22, citado en Rivera, Valenzuela & Venegas, 2013, p. 545)

En otras palabras,

el poder se caracteriza por estar distribuido de forma heterogénea en la totalidad del cuerpo social y su función primordial es producir técnicas más específicas y eficientes de control, la cual no está exenta de conflictos. Vale decir, para que exista poder es necesario que también haya resistencia (Foucault, 1983). Al abordar la subjetividad como un lugar en conflicto, mediante la desclasificación y desidentificación, es un proceso en el cual el sujeto niega lo que es, y a la vez interroga sobre las condiciones de posibilidad de su constitución (Rivera, Valenzuela & Venegas, 2013, p. 545).

De esta forma, la resistencia de los profesionales de estratos socioeconómicos medios a las condiciones objetivas y subjetivas del poder económico, se basa en las luchas simbólicas efectuadas dentro campo laboral, con el objetivo de superar las desigualdades sociales existentes y obtener el reconocimiento socio-laboral esperado para producir procesos de movilidad social ascendentes dentro de la estructura social.

Ahora bien, algunas manifestación de las desigualdades sociales existentes en Chile, se pueden apreciar en los procesos de movilidad social fallida (Rivera, 2013), de los profesionales de estratos socioeconómicos medios provenientes del área de la salud, artística y de las ciencias sociales, en sus mecanismos de inserción e integración al campo laboral, situación reflejada en la “Encuesta de Satisfacción Laboral” (Laborum, 2012, citado en Rivera, 2013), diseñada para sondear la satisfacción con las trayectorias laborales de un universo de 9,717 encuestados egresados y/o titulados de 20 carreras profesionales y cuatro técnicas, mediante las variables de (I)“remuneraciones, (II) desarrollo de carrera y (III) accesibilidad al mercado laboral,” pudiendo destacar que sólo un 24% de los profesionales se encuentra conforme con sus remuneraciones actuales, principalmente las carreras relacionadas con las ingenierías, las cuales alcanzan remuneraciones sobre el $1,000,000 chilenos (US$ 2,000 aprox.) mensuales, en los dos primeros años de egreso y/o titulación. En contraposición, las carreras humanistas como las Pedagogías, Trabajo Social, Periodismo, Derecho, y las asociadas al área de salud y artística como Kinesiología, Nutrición y Dietética, Medicina Veterinaria, Decoración de Interiores, Diseño Gráfico, etc., presentaron las remuneraciones más bajas del mercado laboral, en donde el 76% de los profesionales se encuentran insatisfecho con sus remuneraciones, el 53% no supera los $ 300,000 chilenos (US$ 600 aprox.), mensuales.  Además, reveló que el  32% considera que su profesión no le entrega oportunidades de desarrollo, un 26% que no encuentra satisfacción personal en la realización de sus funciones laborales, un 22% no volvería a estudiar la misma profesión y un 33% no ejerce su profesión por las razones antes mencionadas. Situación explicada por María Angélica Zulic (2012), gerente general del sitio de empleos,  como:

carreras que implican un retorno de inversión más tardío para estos jóvenes, y a corto plazo, un posible endeudamiento, que incluso los puede obligar a retornar al hogar paterno y a tomar otras opciones laborales que no se relacionan con los que estudiaron (Declaración de Prensa, La Tercera.cl, 2012)

Desde el punto de vista laboral, las causas de que han originado las dificultades de  inserción e integración al campo laboral y provocado procesos de movilidad social fallidas en los profesionales de estratos socioeconómicos medios, son los trabajos precarizados que se caracterizan por la “(I) inseguridad, carencia del respaldo de las leyes sociales; (II) inestabilidad, ausencia de contrato indefinido y posibilidad de pérdida de éste; (III) insuficiencia, entendida como la imposibilidad de cubrir las necesidades por medio del salario” (CEPAL: Unidad Mujer y Desarrollo, 2000; citado en Rivera, Valenzuela & Venegas, 2013, p. 544).

Tales antecedentes “han desarrollado la tesis de una crisis del trabajo en las sociedades contemporáneas” (Rivera, Valenzuela & Venegas, 2013, p. 544), debido a la implementación de políticas económicas neoliberales que han priorizado las utilidades en desmedro el rol integrador del trabajo.

En ese sentido, se pueden destacar tres posturas sobre la crisis del trabajo:

-Posturas optimistas: Consideran que la crisis del trabajo permite la emergencia de nuevas formas de integración y realización individual ajenas a la esfera del trabajo. Estas nociones están amparadas en la concepción del trabajo como una expresión de la racionalidad instrumental (Habermas, 1986) y la capacidad de acción del ser humano en desmedro de su actividad productiva como articulador de una ciudadanía social (Arendt, 2007).

-Posturas pesimistas: Consideran la total superación del trabajo como articulador de la sociedad, a través de la abolición de la ética del trabajo. Esto genera un nuevo tipo de modernidad caracterizada por la integración de los individuos por medio del consumo. Es decir, la organización social se construye a través de medios estéticos y no de elementos éticos. (Bauman, 2002; 2005).

-Posturas escépticas: Aceptan un cambio en el trabajo, principalmente en el plano productivo, pero no la pérdida de su carácter central, debido a que aún mantiene su propiedad de generar utilidad económica y social (Castel, 1996). O bien, posee la característica estructural de generador de mercancías (Antunes, 2000; 2001).

Las posturas optimistas y pesimistas consideran al trabajo desde un punto de vista netamente historicista, pues no contemplan el carácter estructural del trabajo como productor de mercancías. Esta última característica genera la utilidad social e individual al trabajador que participa en la producción, ya sea de forma física o intelectual (Rivera, Valenzuela & Venegas, 2013, p. 544-545).

De lo anterior, los profesionales de estratos socioeconómicos medios se ubicarían en la postura escéptica, ya que el trabajo es central para obtener el reconocimientos socio-laboral esperado, que les permita alcanzar procesos de movilidad social ascendentes dentro de la estructura social, y con ello lograr metas y sueños trazados a nivel personal, familiar y  social.

Desde un punto de vista económico, los estudios realizados por Galor & Zeira (1993), afirman que el crecimiento económico de un país y su posterior distribución social dentro del sistema económico neoliberal, ha provocado imperfecciones en la acumulación de capital humano. En otras palabras, el modelo exige y necesita profesionales aptos para la función financiera-empresarial, priorizando a los profesionales con una formación ingenieril en desmedro de un profesional de otra área. Hassler & Rodríguez (1998), indican que el sistema educacional debe adaptarse a las demandas del mercado del trabajo, demostrando que los avances tecnológicos favorecen una satisfactoria movilidad intergeneracional, ya que permite a las nuevas generaciones una mayor adaptación a las demandas del mercado laboral, basadas esencialmente a lo financiero.

En ese sentido Márquez (2003, citado en Rivera, 2013), señala que los procesos de movilidad social vertical ascendente, ya no sólo dependen de la posición en la estructura ocupacional, sino que también a la capacidad de los sujetos de construir sus propias redes de protección y seguridad social, que permitan enfrentar las vulnerabilidades y que otorguen las posibilidades de conformar mejores condiciones de vida, debido a la precarización de las condiciones laborales que ha provocado un debilitamiento de la seguridad salarial y social. Por su parte Sapelli (2005, citado en Rivera, 2013), afirma que en mercado laboral chileno ha aplicado una constante flexibilización de las condiciones laborales de los profesionales, caracterizadas por contratos temporales, por tarea, por proyecto, mediante prestaciones de servicio y externalización de funciones, indicando que sólo un 41% de los profesionales cuenta con un trabajo fijo y contrato indefinido.

Desde el punto de vista de la estabilidad laboral, según cifras de la Consultora Entrepreneur (2005, citado en Rivera, 2013), indican que un 58% de los despidos corresponde a los profesionales mayores de 36 años, el 40% a los menores de 35 años y solamente un 2% de los despidos corresponden a profesionales mayores de 46 años, siendo considerados como el grupo más protegido contractualmente, consolidados laboralmente y reconocidos profesionalmente, antecedentes que explicarían la inestabilidad laboral de los jóvenes profesionales en Chile.

Entonces, las bisectrices planteadas por el sistema económico neoliberal y defendidas férreamente por Hayek (1977), no pueden ser avaladas, ya que la desigual social es en sí, un daño moral, revelando la inconsistencia, deficiencia e ineficiencia de las políticas públicas emprendidas por el Estado de Chile, en referencia a una política educacional coordinada con el campo laboral, para la absorción de profesionales del área de la salud, artística y de las ciencias sociales, que puedan obtener un reconocimiento socio-laboral en base a sus capacidades y méritos.

En este sentido, la CEPAL en el año 2010, elaboró un informe titulado: “La hora de la igualdad, brechas por cerrar, caminos por abrir”, donde evalúa las políticas económicas aplicadas en las dos últimas décadas en Latinoamérica, indicando la necesidad de implementar políticas públicas eficientes y eficaces que permitieran; (I) “impulsar la igualdad para una mayor cohesión social basada en mayores condiciones para competir dentro del mercado”, (II) “una sociedad más integrada y productiva, integración reflejada en una mayor igualdad de oportunidades de educación y acceso al empleo formal, (III) “ mayor igualdad en el ámbito de los derechos sociales y de participación políticas”, y (IV) “mayor justicia social en la distribución de los ingresos”.

Acciones que se reflejan en la siguiente afirmación:

La democratización política de América Latina y el Caribe significó la unificación de los principios éticos de libertad e igualdad. En la actualidad, ambos principios éticos aparecen como exigencias irrenunciables, sin que uno pueda considerarse prioritario ni sacrificarse en virtud del otro. Pero si en el plano valórico-normativo se ha producido un equilibrio y reforzamiento mutuo entre estos principios, en el plano de los procesos de democratización política parece haber avanzado mucho más que la democratización social, aunque no se haya resuelto todo los problemas de la primera. Hay que reconocer, además, que el auge de los principios liberales e individualistas, indispensables para la legitimación de la democracia política, no es necesariamente favorable a un clima que favorezca los principios y mecanismos de la igualdad. (p. 232)

Mediante estas medidas se pretende restituir la relación Estado-Sociedad, a través:

(I) del interés general y la provisión de bienes públicos; (II) la visión estratégica concertada, a través de consensos nacionales; (III) el valor de la política, “se trata de retomar lo público como el espacio de lo colectivo, del  hacer de todos los ciudadanos y no solo del gobierno o el Estado” (p. 234).

En el mismo sentido, al mencionar el valor de lo político lo hace en contraposición del valor de lo económico, elaborando una crítica a la visión consumista de las personas, afirmando:

el modelo centrado en el mercado autorregulado ha puesto un énfasis desmedido en la figura del consumidor, en desmedro de la figura del ciudadano, así como un énfasis excesivo en la neutralidad política de los criterios técnicos, en donde no todos los consumidores son iguales ante el mercado y se caracterizan por la desigualdad de acceso y de poder. En cambio, en una sociedad democrática los ciudadanos tienen los mismos derechos y deberes y el voto no depende de la capacidad de consumo (p. 233).

Es un gran avance proponer pasar de la identidad de consumidores a ciudadanos, pero se necesita un avance mayor, si se pretende lograr la igualdad social. Al pretender no etiquetarnos como consumidores del mercado, si no como ciudadanos con derechos, pero ahí no queda clara la ruptura con la cultura liberal e individualista que tanto daño está ocasionando en los sueños y anhelos de cientos de profesionales. Por ello se debe insistir, en la necesidad de realizar el paso de ciudadanos con derechos a personas con capacidades y necesidades, enmarcado en el ámbito de lo real y lo posible, y no despertar deseos y preferencias de consumo, que sólo terminan robusteciendo a sistema económico basado en la desigual social, ya que  “el mercado por sí solo no produce igualdad, ni bienes públicos y tampoco se ocupa de la situación a largo plazo” (p. 234), situación que prioriza un papel activo de los Estados para garantizar mayor igualdad social, basada en oportunidades y accesos a los sistemas educacionales, salud, vivienda, empleo, etc.

Desde este punto, los profesionales del área de la salud, artística y de las ciencias sociales, deben enfrentar una lucha simbólica para conseguir procesos de movilidad social ascendentes dentro de la estructura social, las cuales pueden tomar dos formas diferentes.  Por una parte, en el aspecto objetivo se puede actuar por acciones de representaciones, individuales o colectivas, destinadas a hacer ver y hacer valer ciertas realidades” (Bourdieu, 1996, p. 137). Por otra parte, en el aspecto subjetivo

se puede actuar tratando de cambiar las categorías de percepción y de apreciación del mundo social, las estructuras cognitivas y evaluativas: las categorías de percepción, los sistemas de clasificación, es decir, en lo esencial, las palabras, los nombres que construyen la realidad sociales tanto como las expresas (Bourdieu, 1996, p. 137),

con el objetivo de actuar con éxito en el campo laboral, entendido como un espacio social que se constituye desde “relaciones desiguales de poder entre individuos y entre grupos” (Bourdieu, 2000, p. 95), pero

no se explica sólo a partir de relaciones de fuerza, sino también a partir de relaciones de significado, significados impuestos mediante una arbitrariedad cultural, ejercida desde un orden dominante hacia un orden dominado, a través de la violencia simbólica como función de producción y reproducción de los sistemas simbólicos como “un poder estructurador en tanto que son estructurados (Bourdieu, 1996, p. 96),

presentando  la ilusión dentro del campo laboral para conseguir desarrollo y satisfacción personal, profesional y familiar, “aceptando las condiciones del juego social  que tienen un sentido, ya que sus apuestas son importantes y dignas de ser emprendidas” (Bourdieu, 1995, p. 80), debido que sus representaciones subjetivas apelan a un posicionamiento dentro campo laboral para la obtención del reconocimiento socio-laboral, mediante

las luchas cotidianas, individuales o colectivas, que tienden a transformar las estructuras sociales, tratando de cambiar las categorías de percepción y de apreciación del mundo social, las estructuras cognitivas y evaluativas: las categorías de percepción, los sistemas de clasificación, es decir, en lo esencial, las palabras, los nombres que construyen la realidad sociales tanto como las expresas (Bourdieu, 1996, p. 137).

En otras palabras, los procesos de movilidad social de los profesionales pueden ser entendidos como luchas simbólicas que son emprendidas desde los méritos, ya que la pertenencia a un estrato socioeconómico, no se determina por una posición heredada legalmente o por la costumbres, sino por la posición o control de los recursos materiales y “la acción emprendedora del individuo en la actuales condiciones de una economía global” (Giddens, 1988, p. 43). Tales acciones permiten establecer, que los profesionales de estratos socioeconómicos medios, se diferencian de los miembros de su mismo estrato social, debido a sus intereses, aspiraciones y expectativas dentro del campo laboral en la obtención del reconocimiento socio-laboral, estructurando una específica forma de ver y sentir el mundo social.

En este sentido, esas luchas simbólicas se podrían presentar conflictivas, debido al constante enfrentamiento con la sociedad en relación a la aceptación o rechazo social, especialmente el caso de la movilidad social vertical ascendente, relacionada principalmente a una movilidad intergeneracional, experimentando la necesidad de incorporar o internalizar valores y costumbres correspondientes a su actual realidad social o nuevo estilo de vida, pudiendo ocasionar una inconsistencia con la imagen que tiene de sí mismo, determinándolo a “realizar cambios en su forma de pensar y de actuar para materializar y reivindicar su nuevo estilo de vida” (Rivera,  2013, p. 84).

Entonces, los procesos de movilidad social deben ser entendidos desde una perspectiva macro-social, situado en un contexto y momento histórico determinado, con ascendiente directo en lo micro-social, en la cual las personas evidencian el ascenso o descenso en la estructura socioeconómica,  estableciendo que los procesos de movilidad social dependen “tanto de las características de la sociedad como de las capacidades y recursos que movilizan los propios actores” (Sautu, 2003, citado en Rivera 2013).

Conclusión

La actualidad política, económica y social de Chile se puede describir mediante la conceptualización unidimensionalidad instaurado por Marcuse (1968), debido que la política actual consolido una conexión inmoral con el sistema económico neoliberal, alejándose de las necesidades y prioridades de sus ciudadanos, ya que sólo, ha dejado accionar a las élites económicas, que piensan por el pueblo, en una especie de despotismo tecnocratizador, que revive el despotismo ilustrado, en su clásica afirmación “para el pueblo pero sin el pueblo”, realidad que ha colonizado la dimensión política,  mercantilizándola, para convertir los derechos de igualdad de los ciudadanos en simples derechos de elección de consumidores, otorgando la conformación del axioma, lo político gestiona lo que lo económico dictamina.

De lo anterior, la política ha perdido su rol integrador, con lo cual el sujeto profesional profundiza la pérdida de sentido en el mundo, ya que su integración al campo laboral depende de los designios del mercado, observándose la profundización de la tensión entre el fundamento subjetivo del sentido del mundo y la autonomía objetiva de las dinámicas que producen el orden y la integración social, ya que, el sujeto como profesional, ha perdido su importancia en influir en el desarrollo de la sociedad, debido a la incapacidad de alcanzar reconocimiento y realización personal y familiar, develando sentimientos de frustración y fracaso, que le impiden ser protagonista de los cambios históricos de su entorno y tiempo social.

 

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Notas

[1] Investigación que permitió obtener el grado de Magíster en Sociología el año 2013. Universidad Alberto Hurtado. Santiago de Chile.

Para citar este artículo: Rivera, H. (2015). Economía de mercado: un factor de los procesos de movilidad social fallida de profesionales de estratos socioeconómicos medios de Santiago de Chile. Iberoamérica Social: revista-red de estudios sociales (V), pp. 109-121. Recuperado de https://iberoamericasocial.com/economia-de-mercado-un-factor-de-los-procesos-de-movilidad-social-fallida-de-profesionales-de-estratos-socioeconomicos-medios-de-santiago-de-chile/

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