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Mike Cole((Profesor de educación en la University of East London. Ha publicado extensamente sobre marxismo y educación; racismo y educación, así como, sobre el socialismo venezolano del siglo XXI. Sus últimas publicaciones son Racism and Education in the UK and the US: towards a socialist alternativeEducation and Social Change in Latin America, coeditado junto a Sara Motta y Constructing Twenty-first century Socialism in Latin America: the role of radical education, coescrito junto a Sara Motta. Todos los libros han sido publicados por Palgrave Macmillan.)).
University of East London, London, England.
mike.cole2@ntlworld.com

Peter McLaren((Distinguido profesor de Critical Studies, en el College of Educational Studies, Chapman University. Autor y editor, sus publicaciones se han traducido a veinte idiomas distintos y ha recibido por cinco de sus libros el premio Critic’s Choice Award of the American Educational Studies Association. En los últimos años, le han concedido varios premios: The Central New York Peace Studies Consortium Lifetime Achievement Award en Peace Studies; the 2013 Award of Achievement in Critical Studies recibido por la Critical Studies Association (Atenas, Grecia); the First Annual Social Justice and Upstander Ethics in Education Award presentado por el Departamento de Educación, Antioch University (Los Ángeles); the inaugural recipient of the Social and Economic Justice in Public Education Award presentado por la Marxian Analysis of Society, Schools and Education, un grupo de especial interés de la American Education Research Association; the Paulo Freire International Social Justice Award presentado por el Paulo Freire Research Center (Finlandia); The Ann-Kristine Pearson Award en Educación y Economía presentado por la University of Toronto’s Center for the Study of Education and Work; the Paulo Freire Distinguished Scholar Award por la American Education Research Association; the International Award en Pedagogía Crítica presentado por el Ministerio de Educación del gobierno de Venezuela; the First International Award for Social Justice y Equity through Education award, presentados por el Instituto Universitario Internacional de Toluca (México); the National Conference on Equity and Social Justice in Education award presentado por los miembros fundadores de la conferencia; the Friend in Solidarity with the Struggle of Mexican Teachers award por la National Union of Educational Workers (Michoacán) y Distinción Académica Educación, Debates e Imaginario Social de la Universidad Nacional Autónoma de México. Además, the Higher Council of Community Government, the Council for Civil Affairs and the Education Commission of Cheran (Michoacán), presentado por McLaren junto con the Defence of the Rights of Indigenous Peoples Award en el que se conmemora el segundo aniversario de la defensa de los bosques. McLaren ha sido galardonado también con el Westchester University’s First Annual Excellence in Anti-Global-Capitalist and Activism Award por los fundadores de la conferencia Critical Theories in the 21st Century: A Conference of Transformative Pedagogies. Más recientemente, ha recibido en 2013 el Academia Honor Award por parte del Education and Science Workers’ Union por su trabajo en ciencias sociales y su lucha por el trabajo y la democracia, Ankara University (Turquía); the Award of Honor in Critical Pedagogy por el Department of Adult Education and Lifelong Learning, Ankara University, (Turquía). También, ha sido premiado con el Outstanding Educator of America Award en 2013 por la Association of Educators of Latin America and the Caribbean.)).
Chapman University, California, United States.
mclaren@chapman.edu

 

Resumen: En este artículo, comenzaremos hablando sobre el capitalismo de austeridad / empobrecimiento en Europa y EE. UU. Continuaremos comparándolo con el socialismo del siglo XXI en sus inicios, como alternativa al capitalismo neoliberal en la República Bolivariana de Venezuela. Después, analizaremos la oposición a la Revolución Bolivariana, con respecto a las fuerzas internas y externas, ambas relacionadas. Por último, concluiremos con algunas ideas sobre posibles desarrollos futuros en Europa y EE. UU., respectivamente.

Palabras clave: Capitalismo de austeridad / empobrecimiento; socialismo del siglo XXI; Hugo Chávez; La Salida; intervención de EE. UU.

 

Abstract: In this article, we begin by discussing austerity/immiseration capitalism in Europe and the U.S. We go on to contrast this with twenty-first century socialism in the making, as an alternative to neoliberal capitalism in the Bolivarian Republic of Venezuela. Next we analyse opposition to the Bolivarian Revolution, with respect to internal and external forces, both of which are interlinked. We conclude with some thoughts about possible future developments in Europe and the U.S. respectively.

Keywords: Austerity/immiseration capitalism; twenty-first century socialism; Hugo Chávez; La Salida; U.S. intervention.

 

Europa

Bajo el capitalismo de austeridad / empobrecimiento, Europa está siendo testigo de la crisis económica y social más profunda desde la Segunda Guerra Mundial. En 2012, perdieron su trabajo más personas que en cualquier otro año de las dos últimas décadas. La situación es particularmente severa en los países del sur y el este de Europa. Por ejemplo, en Grecia y en España una de cada cuatro personas está oficialmente desempleada y aproximadamente la mitad de los jóvenes se encuentran sin trabajo (Schwarz, 2013). Tal y como afirma Peter Schwarz (2013):

a pesar de la catástrofe social que han provocado con sus políticas austeras, los gobiernos europeos están decididos a ajustar los tornillos fiscales. Ya no solo se están limitando a la periferia de la zona euro, sino que están atacando incluso más duramente a la clase trabajadora de los países centrales.

Así pues, los nuevos y draconianos planes están en marcha en Italia, Francia y Alemania, mientras que en Reino Unido, con casi una cuarta parte viviendo en la pobreza, el gobierno está intentando sistemáticamente debilitar el estado de bienestar, además de la asistencia sanitaria nacional, la previsión social y la educación (Schwarz, 2013). El primer ministro David Cameron dijo sobre la educación: “En la reforma social hemos sido radicales, en educación casi revolucionarios – hemos acabado con el monopolio en la educación y hemos permitido a las nuevas escuelas públicas comenzar y competir significativamente en esta carrera global” (web oficial del Primer Ministro británico, 2013).

Repitiendo el famoso discurso de Margaret Thatcher en el que defendía el neoliberalismo insistiendo en que “no hay alternativa” (TINA), Cameron ha declarado que “aquí no hay alternativa” (al mantenimiento de la política económica del gobierno). Hay que contemplar esta declaración a la luz de lo que Jean Shaoul (2012) describe como una contrarrevolución social, cuyos objetivos son la drástica disminución de los derechos de los trabajadores y el nivel de vida. Este último ha retrocedido treinta años.

Las partes socialdemócratas de Europa han sufrido un pequeño impacto en la imposición del capitalismo de austeridad / empobrecimiento. De hecho, han confabulado en su favor. Desde los inicios de la actual crisis en 2007, los socialdemócratas han perdido las elecciones en Italia, Suecia, Holanda y Hungría. Dave Stockton (2013) concluye:

no hay señal de que François Hollande en Francia, Sigmar Gabriel en Alemania o Ed Miliband en Gran Bretaña vayan a retroceder de la obediente democracia social a la descomposición capitalista e ideológica que Lionel Jospin, Tony Blair, y Gerhard Schröder mantuvieron durante tanto tiempo.

Estados Unidos

En Estados Unidos, la situación es bastante desalentadora. La economía estadounidense no ha conseguido reponerse desde el nivel de desempleo previo a la recesión. Lejos de esto. Cerca de 14 millones de estadounidenses están actualmente desempleados y parece que esto va a peor antes de comenzar a mejorar (suponiendo que va a ir a mejor), lo que da lugar cada vez más a una era de descenso social para el 99% de los estadounidenses y a una nueva “edad de oro” para el 1% que constituye la aristocracia financiera. Solo hay un puesto disponible para cada cinco personas que buscan trabajo. Estos trabajos son un poco lamentables, a menudo a tiempo parcial y cada vez con menos beneficios. Pero esto es considerablemente distinto para los que se sitúan en la cima. Los más ricos, el 10% de los estadounidenses, han visto como sus ingresos medios han aumentado un 100% entre los años 2000 y 2007. Pensarías que esto habría llevado a la mayoría de las personas de las ciudades estadounidenses a la calle aullando como un desnudo Allen Ginsberg. Pero no ha sido así (a pesar de que sin duda contribuyó al desarrollo del movimiento Occupy Wall Street). En 2009, el 5% de los más ricos se atribuyó el 63,5% de la riqueza nacional. El 80%, colectivamente, solo mantuvo el 12,8%.

Según Andre Damon (2013), en la recesión económica que empezó en 2008, la economía estadounidense perdió 8,9 millones de puestos de trabajo. Desde finales del 2009, la economía solo ha añadido 5,7 millones de empleos. Sin embargo, en estos trabajos nuevos se paga mucho menos que en aquellos que se perdieron durante la recesión y buena parte de ellos son a tiempo parcial. El número de personas que trabajan a tiempo parcial se ha incrementado de 16,9% a 19,2% desde el inicio de la recesión. El porcentaje de población empleada cayó de un 63,3% en febrero de 2007 a un 58,5% en la actualidad. El desempleo prolongado ha aumentado igualmente de forma significativa. La reducción de los empleos del gobierno se intensificará como resultado del último episodio de recortes de 1,2 billones de dólares. Según el Departamento Presupuestario del Congreso, esta imposición resultará en 750 000 trabajos perdidos, y subirá la tasa del desempleo con un amplio margen (Damon, 2013).

La combinación sin precedentes de desempleo masivo, bajada de los salarios y entrada de libre dinero de la Reserva Federal ha generado un aumento récord de beneficios corporativos. Las corporaciones cuentan con capital que solo están ocultando, prefieren al mismo tiempo no invertir su inesperada cantidad de dinero en empleo. En lugar de invertir en producción, las grandes corporaciones, cuyos fondos se están evaporando y cuyas acciones están alcanzando un máximo histórico, están concediendo bonificaciones e inflando el valor de sus propias acciones (Damon, 2013). Los directores generales están cobrando acciones que están aumentando su valor con el mercado al alza y un número creciente está obteniendo beneficios individuales de 50 millones de dólares o más.

Peter Hudis (2012a) y otros marxistas han señalado que los beneficios del capital especulativo son en gran parte invisibles para una persona corriente. Pero lo que es muy visible para la mayoría de los ciudadanos son los crecientes niveles del estado, la deuda federal, los consiguientes recortes y la restricción fiscal que le acompañan. La situación actúa como una tapadera ideológica, un pretexto o una cortina de humo que hace creer a la gente que la razón del progresivo empeoramiento de las condiciones de la vida cotidiana se debe a que el gobierno está gastando mucho de su dinero. Nada más lejos de una estafa ideológica. Las razones estructurales de la actual crisis fiscal en el estado y en los gobiernos locales, incluyendo despidos masivos en el sector privado y niveles de vida más bajos, han sido manipuladas por el Derecho, cuyos argumentos proclaman que nuestra actual crisis fiscal ha sido causada por el gobierno. Mediante argumentos acerca de que los niveles de la deuda nacional amenazan su bienestar económico y la obtención de electores que estén de acuerdo con los recortes en los gastos del gobierno y en programas sociales, el capital puede redistribuir el valor del trabajo al capital sin revelar la verdadera naturaleza del sistema, y como Peter Hudis menciona, el Derecho puede entonces más fácilmente culpar del derrumbe del sistema económico a la inmigración ilegal o a otras razones falsas. Sin embargo, necesitamos comprender que para que la acumulación de capital evolucione rápidamente y este sea capaz de mantenerse por sí mismo, se debe incrementar la proporción relativa de valor destinada a capital y no al trabajo. También necesitamos entender, tal y como Hudis (2010, 2012a, 2012b) señala, que la mayoría del valor producido por el capitalismo no es consumido por los capitalistas o trabajadores, sino por el propio capitalismo, mediante el consumo productivo y por un capital que consume una gran parte de la riqueza social. El estimulante paquete económico que el presidente estadounidense Obama instaló poco después de que asumiera su cargo en 2009 fue insuficiente para detener la subida de desempleo. Además, se inyectó una cantidad astronómica en la economía en los años inmediatamente consecutivos a la crisis financiera del 2008 (billones de dólares de la Reserva Federal estadounidense y aproximadamente un billón de dólares de la Unión Europea). Hudis afirma que sin duda esto salvó al capitalismo global de caer en picado, pero fue insuficiente para retrasar la profunda crisis estructural que afectaba al propio capitalismo (Hudis, 2012b).

Redistribuir la riqueza a los pobres mediante el estilo “New Deal” de Roosevelt ofrecería ayuda provisional a los más empobrecidos por la actual crisis de capital, sin embargo, raramente sería del interés de la burguesía oligárquica, que actualmente se está beneficiando de la fusión de los bancos, el monopolio del capital y están consolidando su poder a través de una intersección de formas dominantes económicas y políticas. Como el capital se mueve libremente, invertir en producción o en formas de capitalismo ficticias, como especuladores, financieros capitalistas, operadores de bonos y acciones, banqueros inversores, gerentes de fondos de protección u otros, ayuda a liberar las fuerzas de acumulación de capital a nivel mundial, y como neo-liberalismo con políticas de estado agresivas a favor del mercado permite al sistema financiero reestructurarse a sí mismo, para diversificar sus formas, expandir las oportunidades de acumulación mediante el crecimiento de los recursos minoristas, los servicios financieros e industrias, y aumentar su alcance global. Podemos asumir con seguridad que los ecosistemas enteros del planeta han sido explotados en un sistema capitalista de producción básica, de tal forma que no podemos hablar de capitalismo sin hablar de él como una ecología mundial. Toda la fisonomía del capitalismo ha cambiado, con un capital de finanzas que requiere una acumulación paralela de poder político, con financieros comprometidos con una oligarquía política y desenfrenada que genera formas de capitalismo financiero parasitario como la liquidación de activos. Al vampiro del capitalismo le han crecido más colmillos. La gran sombra de Nosferatu cae mediante un ataque sistemático y continuo a los niveles de vida de la gran mayoría de la población.

Las políticas neoliberales están destruyendo programas sociales en educación, asistencia sanitaria, policía y servicios de transporte público y gastan en discapacidad, otras áreas de los servicios del estado y empleo. Por otro lado, a las ayudas a las élites corporativas, como el rescate financiero TARP de 2008, se les ha dado una prioridad urgente, mientras los funcionarios del gobierno hablan de la necesidad de recortar gastos en educación.

El socialismo del siglo XXI en sus inicios en Venezuela: una alternativa al capitalismo neoliberal

Todo esto se obliga a realizar la pregunta: “¿hay una alternativa viable al capitalismo neoliberal?” En 1998, el presidente Hugo Chávez ganó las elecciones presidenciales en Venezuela con un triunfo aplastante. Al principio, Chávez expresó su interés en la propuesta Third Way de Tony Blair, solo para lamentarlo poco después, tal y como afirmó a la revista Time en 2006: “Tomé ingenuamente como punto de referencia la propuesta de Tony Blair entre el capitalismo y el socialismo, capitalismo con rostro humano” (Pabian, 2008). Tras su primera victoria electoral, la visión de Chávez cambió drásticamente. Maria Paez Victor (2009) resume brevemente el impacto de Chávez:

Inmediatamente las élites y la clase media se le opusieron como un advenedizo, un indio que no conocía su lugar, un negro que era una vergüenza en su posición. Hugo Chávez implantó una nueva Constitución que restauró las normas de un gobierno que había sido un juguete en las manos de las élites. Ratificada por un número aplastante, la Constitución proporcionó a los autóctonos, por primera vez, el derecho constitucional de su lengua, su religión, cultura y tierras. Estableció los Derechos Humanos, civiles y sociales, así como el derecho a los alimentos, un medio ambiente limpio, educación, trabajo y asistencia sanitaria, obligando al gobierno a proveerlos. Declaró al país una democracia participativa con la participación directa de los ciudadanos en las decisiones políticas mediante los consejos municipales y reivindicó el control del gobierno en los ingresos de petróleo: el petróleo pertenece al pueblo.

Chávez recalcó la importancia del “desarrollo desde abajo” que podía ser alcanzado a través de la democratización del lugar de trabajo por los consejos de trabajadores y un cambio importante en la propiedad de producción, el comercio y el crédito para expandir la producción de alimentos y necesidades básicas a los pobres que viven en el “mercado interno”. Una vez que el presidente Chávez fue capaz de controlar la industria del petróleo, su gobierno fue capaz de reducir la pobreza a la mitad y la pobreza extrema un 70%. Las pensiones públicas subieron de 500 000 a aproximadamente dos millones. Chávez ayudó a Venezuela a pasar de ser uno de los países más desiguales de Latinoamérica (después de Cuba) al más igualitario en términos de ingresos. Bajo la esclavitud desnuda del capitalismo neoliberal, Estados Unidos se ha convertido en uno de los países más desiguales del mundo.

El capitalismo funciona mediante un proceso de intercambio de valores, mientras que Chávez estaba más interesado en el proceso de intercambio comunitario, es decir, por citar un ejemplo, intercambiar petróleo por asistencia médica en un programa con Cuba en el que los médicos cubanos acudían a Venezuela y se instalaban en varios barrios. Una vez, uno de nosotros (McLaren) estaba enfermo con fiebre y con una desesperada necesidad médica, pero antes de que el doctor llegase intenté sin éxito ponerme mi camiseta del Che como muestra de solidaridad de un gringo enfermo. Chávez siguió el principio del “buen vivir”. Sin embargo, este término de raíces autóctonas, es muy diferente al término norteamericano “the good life”. El “buen vivir” requiere que los individuos en distintas sociedades estén en posesión de sus derechos y sean capaces de ejercer sus responsabilidades en un contexto de respeto hacia la diversidad y en concordancia con los derechos de los ecosistemas. Se trata de riqueza social y no material.

Uno de nosotros (McLaren) tuvo el privilegio de asistir como invitado en varias ocasiones a Alo Presidente, una vez sentado cerca de Ernesto Cardinal. Escuché a Ernesto hablar elocuentemente sobre Chávez, y del sueño de Chávez de llevar a toda la humanidad hacia un amor profundo y espiritual. Asistí a reuniones sobre misiones, programas sociales en sanidad, educación, trabajo y vivienda, creadas por Chávez cuando llegó a su cargo en 1999 para ayudar a alfabetizar a los pobres, terminar sus estudios, organizar sus comunidades y conseguir atención médica. Las misiones involucraban a ciudadanos y trabajadores y ayudaban a reducir radicalmente la pobreza en toda Venezuela. Estas iniciativas abarcaban educación (Misión Robinson, Misión Ribas, Misión Sucre), medio ambiente (Misión Energía), alimentación y nutrición (Misión Mercal), ciencia (Misión Ciencia), transformación socioeconómica (Misión Vuelvan Caras), asistencia médica (Misión Barrio Adentro), vivienda (Misión Hábitat), derechos autóctonos (Misión Guaicaipuro), reforma agraria (Misión Zamora), desarrollo rural (Misión Vuelta al Campo, Misión Árbol), derechos de identidad (Misión Identidad), milicia civil (Misión Miranda) y cultura (Misión Corazón Adentro).

En 2005, cuando el presidente Chávez ofreció a los habitantes del Bronx un programa nuevo para proporcionar calefacción en sus hogares, fue ridiculizado como recurso publicitario barato por un medio de comunicación estadounidense. Chávez estaba utilizando los beneficios de su riqueza nacional en reservas de petróleo para aprobar programas sociales de consumo, y estaba ofreciendo a los habitantes del Bronx el mismo acuerdo, es decir, que proporcionaría calefacción en los hogares de los económicamente más necesitados a un precio más bajo -a través de Citgo. Los beneficios que se obtuvieron fueron reinvertidos en programas que beneficiaban a los pobres. El veterano congresista José Serrano expresó su agradecimiento a Chávez por establecer este programa en su región.

En 2006, cuando uno de nosotros (McLaren) fue denunciado por una organización conservadora (UCLA) como “el profesor más peligroso” y dicha organización ofreció pagar a los estudiantes cien dólares por grabar en secreto mis clases, o cincuenta dólares por tomar notas de mis conferencias, fueron los chavistas los primeros que me apoyaron en el World Educational Forum en Caracas. Nunca olvidaré esta muestra de solidaridad.

El otro escritor de este artículo (Cole) recuerda su primera visita a un bar en Caracas. Por el bullicio y la atmósfera que emanaban desde dentro, esperaba encontrar a muchos seguidores de fútbol gritando a las pantallas de televisión. En su lugar, había mujeres y hombres de los barrios locales enfrentados en importantes y apasionadas conversaciones sobre el presidente y la dirección en la que iba la revolución.

Otro recuerdo imborrable de Cole fue cuando al comienzo de algunos de los seminarios que di en la Universidad Bolivariana de Venezuela en Caracas (UBV), llegó un vigilante para abrir la sala. En lugar de continuar con otras tareas, se sentó a escuchar y participó activamente en el debate. Un ávido intercambio de opiniones sobre el significado del socialismo.

Como más del 70 por ciento de los estudiantes universitarios proceden del sector de la población más rica, Chávez instauró el Sistema Bolivariano Universitario, en el que los propios estudiantes podían participar en la gestión de su institución. La educación se diseñó para promover la participación ciudadana y la responsabilidad conjunta, y para incluir a todos los ciudadanos en la creación de un nuevo modelo de producción que resalte el desarrollo endógeno, es decir, un sistema económico autosuficiente y diversificado. Se fundaron misiones para crear una economía social y una diversidad de producción. Se diseñaron para cubrir las necesidades de los pobres de Venezuela y para contraatacar la dependencia de combustible de Venezuela. La educación superior se deslocalizó de los centros urbanos para ayudar a las comunidades rurales. Yo (McLaren) recuerdo cuánto disfruté impartiendo clases en la Universidad Bolivariana de Venezuela, situada cerca de la Misión Sucre de la Universidad Central de Venezuela, que ofrece educación superior gratuita para los pobres, independientemente de sus logros académicos, educación anterior o nacionalidad. Se ubicaba en las súper lujosas oficinas de los antiguos directores de la PDVSA, a los que Chávez despidió por su intento de derrocar al gobierno. Las inscripciones en la Universidad se duplicaron bajo el mandato de Chávez. Los proyectos estudiantiles estaban ligados a la mejora de la comunidad local. En una ceremonia de graduación durante los primeros años de la Universidad, Chávez declaró: “El capitalismo es machista y en gran medida excluye a las mujeres. Por ello, con el nuevo socialismo, señoritas, ustedes pueden volar libremente”.

Chávez estableció una estructura para ofrecer empleo a los graduados de la UBV a través de una Comisión Presidencial que ayudaba a los nuevos graduados a trabajar por todo el país en proyectos de desarrollo. Los graduados recibirían una beca ligeramente por encima del salario mínimo. Uno de estos proyectos era la Misión Árbol, que se encargaba de reconstruir el medio ambiente dañado por el capitalismo como el río Guaire. Cuando el gobierno me invitó a mí (McLaren) por primera vez a Venezuela para apoyar la revolución Bolivariana, recuerdo haber hablado en la Universidad Central de Venezuela. Los estudiantes que acuden a esta universidad son principalmente hijos de la élite gobernante. No muchos eran chavistas, al menos no lo eran cuando estuve hablando allí. Tras anunciar a los estudiantes presentes que yo era chavista, me comentaron que algunos estudiantes, como represalia, habían arrancado mi foto de un tablón de anuncios en el que aparecían teóricos críticos. Iba a poder mantener muy buenas conversaciones con algunos de los estudiantes en los años siguientes.

La educación bajo el mandato de Chávez era una educación para la creación de un mundo “multi-polar”. Para Chávez, la educación significaba tanto el dar apoyo a la orientación por el beneficio del capitalismo como reforzar los restos del estado del bienestar. La educación significaba el volver a crear un socialismo para el siglo XXI. A Chávez no le preocupaba incorporar a los oprimidos dentro del marco democrático liberal, sino más bien cambiar el marco mediante la reorganización del espacio político a través de la educación, es decir, a través de hacer funcionar al estado en un modelo no estatal mediante la reorganización del estado desde abajo mediante la educación e iniciativas de las mayorías populares. El socialismo, según lo entendía Chávez, no solo podía sostenerse en la inversión subjetiva de aquellos involucrados en el proceso.

Bajo el mandato de Chávez, la educación no solo se preparó para ayudar a facilitar el acceso universal (dado que los pobres de Venezuela habían estado vetados durante generaciones) a aquellos grupos que tradicionalmente estaban en desventaja y/o excluidos, como los pobres de las zonas urbanas y rurales, los de descendencia africana y comunidades autóctonas, sino también para ayudar a preparar a la siguiente generación de venezolanos para fijar las condiciones de una posible alternativa socialista al capitalismo. La educación en Venezuela aspiraba a ser una combinación entre la educación crítica y popular influenciada por Freire, en la que las relaciones horizontales y dialógicas (sujeto-sujeto) se perseguían mediante una pedagogía integral y transdisciplinaria y metodologías basadas en los principios andragógicos para una educación liberadora y emancipadora. Bajo el mandato de Chávez se hicieron pocos intentos para distanciar la reforma educativa de un enfoque politizado. La reforma educativa se dirigía claramente hacia una forma orgánica de desarrollo socialista endógeno del contexto de la comunidad social como parte de una lucha mayor por una democracia en la que la participación fuera la protagonista. En contra de la privatización de la educación y los enfoques homogeneizados por la industria de la educación neoliberal y su papel consumista basado en el egoísmo, la competición, elitismo y alienación, la educación venezolana aspiraba a ser humanística, democrática, participativa, multiétnica, pluricultural, plurilingüe e intercultural. El desarrollo de una consciencia crítica entre la población era crucial, como lo era la integración de la escuela, la familia y la comunidad en el proceso de toma de decisiones. La educación de Venezuela favorecía un enfoque multidisciplinar que aunaba práctica y teoría, currículum y pedagogía, con la finalidad de crear una inclusión social, económica y política dentro de una visión más amplia de desarrollo endógeno y sostenible, y con el objetivo mayor de transformar una cultura de dependencia económica en una cultura de participación comunitaria. Este enfoque, por ejemplo, respaldaba los cursos de la UBV en los que se proporcionaba orientación a los estudiantes que llevaban a cabo proyectos en sus comunidades locales. Por ejemplo, los estudiantes de salud trabajaban con los médicos en la misión del Barrio Adentro, y los estudiantes de asuntos legales establecían un centro legal comunitario para asesorar y apoyar a las familias con problemas legales, mientras que los estudiantes de enseñanza trabajaban en escuelas locales con un profesor o tutor (Griffiths y Williams, 2009). Y por las tardes, durante las clases en la UBV, los estudiantes debatían la teoría y sus experiencias en el proyecto, lo cual se convirtió en parte de un proyecto más amplio de reconstrucción social (Griffiths y Williams, 2009).

Por supuesto que hubo obstáculos en este enfoque. Por ejemplo, ¿cómo evitar la formación social de escolares integrados en el sistema educativo sin reducir las necesidades funcionales y requerimientos de la economía nacional? Y además, ¿cómo crear un enfoque que trate la formación política de estudiantes de una manera que simplemente no sea una respuesta formalista y poco crítica a las ideologías oficiales que apoyan objetivos socialistas? Por supuesto, esto no es solo un reto al que se enfrentó la educación venezolana bajo el mandato de Chávez, sino que más bien es el reto de pedagogía crítica en su contexto.

A pesar de estos retos, la educación de Venezuela prosperó. Más del 93% de los venezolanos de más de 15 años de edad saben leer y escribir. El gobierno venezolano tiene más de 90 instituciones de educación superior y sigue comprometido con la idea de que cada ciudadano debería tener una educación gratuita. La educación se concebía dentro de una concepción geopolítica de países latinoamericanos de manera que capacitaba a los latinoamericanos a desafiar la dependencia económica impuesta por los poderes imperialistas para resistir los proyectos de globalización colonialista y para crear espacios donde los estudiantes puedan analizar de forma crítica problemas locales desde una perspectiva global (Muhr y Verger, 2006).

Bajo el mandato de Chávez, el gobierno venezolano invirtió significativamente en todos los niveles educativos. De hecho, entre 1997 y 2002 (con Chávez) todas las clases sociales se beneficiaron de un aumento en el acceso a la educación superior. Chávez se negó a seguir la estrategia neoliberal de reformas financieras, como por ejemplo, transferir responsabilidades fiscales y administrativas tanto a bajos niveles del gobierno como a las escuelas individuales por motivos de ahorro de costes y eficiencia. Ello supuso un desafío a los dictámenes de las políticas del Consenso de Washington (Muhr y Verger, 2006). Rechazó un cambio en los costes de educación a los “usuarios” a través de la privatización que simultáneamente ofrecería un instrumento de “participación” en forma de contribuciones monetarias y no monetarias (Muhr y Verger, 2006). El enfoque de Chávez de municipalización se negaba a aislar a las universidades del resto de la sociedad y descentralizaba geográficamente la infraestructura tradicional de la universidad y llevaba la universidad al lugar en el que está la gente, a los municipios que tradicionalmente han quedado apartados, así como a fábricas y cárceles, logrando lo que se conocía como “equilibrio territorial”. Por ejemplo, el desarrollo armónico a lo largo de todo el territorio a un nivel demográfico, productivo y medioambiental (Muhr y Verger, 2006).

Chávez no iba a dejar que el sector comercial estableciese las prioridades de la educación pública y por lo tanto, colonizar a la población con las ideas de la clase capitalista transnacionalista en la que el conocimiento más valioso es el que mejor se puede explotar en una economía capitalista, y donde el conocimiento se fragmenta, instrumentaliza, se especializa estrechamente, y se destina a producir subjetividades. Como consecuencia, Chávez creó espacios municipales educativos, integrales y permanentes llamados “aldeas universitarias”, en las que se integraba una educación superior en geografías contextuales concretas (geoespacial, geohistórica, geosocial, geocultural, geoeconómica) en contraste con el modelo preferido por las economías neoliberales, es decir, una eficiencia economicista racional o un enfoque que ofrece especialización en el mercado (Muhr y Verger, 2006). La internacionalización de la educación de Venezuela no se basa en el mercado, sino en la lógica del cooperativismo, la cultura y el intercambio y forma una parte integral de una propuesta hegemónica más amplia para la integración regional, la Alternativa Bolivariana de las Américas (ALBA), que remplaza la ventaja comparativa liberal con una ventaja cooperativa (Muhr y Verger, 2006).

Aunque yo (McLaren) me encontré con el presidente Chávez en media docena de ocasiones, solo una vez pude hablar con él, en el Palacio de Miraflores. Me agradeció el trabajo en pedagogía crítica y mi disposición para compartir parte de mi trabajo con la Revolución Bolivariana. No obstante, me recordó que tengo mucho que aprender del pueblo de Venezuela y que necesitaba mantener la actitud en mi trabajo. Al final tuvo razón. Tras nuestra breve conversación, Chávez se volvió hacia la joven secretaria que estaba trabajando en la oficina donde nos habíamos reunido. Con un tono amable le preguntó por qué estaba trabajando en la oficina y no estudiando en la universidad. La animó a perseguir sus oportunidades educativas y le ofreció su consejo.

La demonización y el ridículo de Hugo Chávez en la prensa occidental era lamentable, pero comprensible. Se enfrentó al presidente George Bush, Jr, al que llamó “Mr. Danger”, y mostró al mundo que se podría conseguir una vida más humana mediante una alternativa socialista democrática. Durante las semanas que siguieron al prematuro fallecimiento de Chávez el 5 de marzo de 2013, los periódicos condenaron su brutalidad dictatorial y empañaron el legado de uno de los más fervientes visionarios de un mundo apartado del capitalismo.

Hugo Rafael Chávez Frías cabalgó al ángel de la historia como un caballo salvaje a lo largo del fiero firmamento de la revolución, descorriendo la cortina de la estrategia sur del imperialismo y haciendo progresar a la causa de un socialismo del siglo XX. En lo esencial fue un soldado con la humanidad suficiente para mirar directamente al corazón del capitalismo y advertirnos de que latía con fugas de combustible confiscado y de que su sistema de capitalización y comercio estaba regulado por el mercado. Hugo Chávez fue coronado por la historia con una boina roja y nos hizo estar orgullosos de ser guerreros por la justicia social y caminar hacia un nuevo futuro.

Nicolás Maduro, al jurar su cargo como presidente en funciones declaró:

“estamos aquí para garantizar paz, seguridad, estabilidad política y el ascenso de la clase pobre de Venezuela continuará hacia delante y de forma ascendente con el socialismo (MercoPress, 2013). Bajo el mandato de Maduro, los socialistas seguirán presionando para la creación de un auténtico socialismo del siglo XXI. Además de la continua expansión de las misiones, supone una lucha importante contra el capitalismo, una distribución masiva de la riqueza y el fortalecimiento de una democracia participativa.

Oposición a la Revolución Bolivariana

La Salida

Como era de esperar, todos estos desarrollos progresivos, tanto de carácter social democrático como socialista, se han llevado a cabo y continúan en desarrollo con una fuerte oposición por parte de los capitalistas neoliberales y sus seguidores. El malestar en Venezuela en este momento (primavera de 2014) ha atraído una gran publicidad a nivel mundial, la mayoría hostil. El objetivo de los disturbios, organizados por “La Salida”, es concretamente apartar al gobierno de Maduro, elegido democráticamente, y ha tomado la forma de ataques y destrucción de los símbolos de la Revolución Bolivariana, como las televisiones comunitarias, las misiones de vivienda, ambulancias, el ministerio de medioambiente, el transporte público y los camiones de la PDVSA (empresa estatal de combustible y gas). Además, las carreteras entre las zonas agrícolas y urbanas han sido bloqueadas para detener el transporte de mercancías y los camiones con alimentación han sido incendiados (Pearson, 2014).

Como el propio presidente señala, los manifestantes antigobierno han asaltado y dañado centros de salud, incendiado una universidad y arrojado cócteles Molotov y piedras a los autobuses. Otras instituciones públicas también han sido atacadas, como el Tribunal Supremo, la empresa de telefonía pública CANTV y la oficina de la Fiscal General (Maduro, 2014).

También fueron atacados el cuartel general de la misión de vivienda del gobierno venezolano en Caracas y una escuela cercana. La misión de vivienda en uno de los proyectos sociales más grandes del gobierno, cuyo objetivo es la construcción de 3 millones de hogares antes de 2019. Los venezolanos que reciben menos del salario mínimo pueden recibir una vivienda gratuita de la misión, mientras que las familias con bajos ingresos perciben grandes subsidios para los hogares (Mallett-Outtrim, 2014).

Tamara Pearson (2014) ha resaltado que el objetivo de la oposición es:

no solo intimidar, sino evitar que las instituciones gubernamentales y las organizaciones sociales puedan seguir con otros temas en un nivel práctico. Los violentos sectores de la oposición no son granjeros, conductores de autobús, profesores, productores de algo, constructores, etc., así que no pueden ir a la huelga para paralizar las cosas, solo pueden recurrir a violentas barricadas para que otros no vayan a trabajar.

Un grupo de atrincherados extendió un alambre de espino galvanizado de 1,2 metros para que los motoristas que intentasen pasar resultaran eficazmente decapitados. Esto le sucedió realmente a dos personas (Dutka, 2014).

Luis Britto García (en Lovato, 2014) ha citado al novelista colombiano William Ospina que señala que en el mundo entero, los ricos celebran y los pobres protestan. Solo en Venezuela los pobres celebran y los ricos protestan. Maduro resume su opinión de la situación actual de manera similar: “Hoy en Venezuela, la clase obrera está en el poder: es el país en el que los ricos protestan y los pobres celebran su bienestar social” (en Milne y Watts, 2014).

Mientras que la violencia fue instigada por la oposición y son ellos los que han perpetrado la gran mayoría de actos violentos, hay que resaltar que Maduro y la Fiscal General han reconocido la responsabilidad de la Guardia Nacional y la policía bolivariana en la muerte y el maltrato de algunos manifestantes (Ianni, 2014). Maduro ha prometido:

Un número muy pequeño de fuerzas de seguridad también han sido acusadas de violencia y como resultado, varias personas han fallecido. Son acontecimientos altamente lamentables y el gobierno de Venezuela ha respondido con el arresto de los sospechosos. Hemos creado un Consejo de Derechos Humanos para investigar todos los incidentes relacionados con estas protestas. Cada víctima merece justicia, y cada autor, tanto si es simpatizante u oponente del gobierno, deberá hacerse responsable de sus acciones (Maduro, 2014).

Intervención de EE. UU. en Venezuela

Maduro (en Milne y Watts, 2014) acusa a EE. UU. de aprovechar las protestas callejeras existentes para intentar un golpe de Estado a cámara lenta al estilo de Ucrania para “echar mano del petróleo venezolano”. Maduro describe los acontecimientos actuales en Venezuela como una “revuelta de los ricos”, y añade que fracasará porque la Revolución Bolivariana está más arraigada que en 2002 (en Milne y Watts, 2014). En ese año, se produjo un golpe que apartó temporalmente a Chávez de su cargo, el cual pronto fue restituido por la voluntad del pueblo. Ed Vulliamy (2002), del Observer, resalta que su periódico declaró poco después del golpe que “estuvo [el golpe] estrechamente vinculado a altos funcionaros del gobierno de los EE. UU… [los cuales] conocen largas historias de las “guerras sucias” de los años 80 y tienen contacto con escuadrones de la muerte que trabajaban en Centroamérica en aquella época”. Según oficiales de la Organización de Estados Americanos y otras “fuentes diplomáticas”, Vulliamy continúa, “la administración de los EE. UU. no solo estaba al corriente de que se iba a dar el golpe, sino que la había sancionado suponiendo que iba a ser un éxito”. Además, “las visitas [a la Casa Blanca] por parte de venezolanos para trazar el complot…comenzaron…varios meses antes”, y siguieron hasta algunas semanas antes del golpe. Según Vulliamy, la “figura crucial del golpe” era Elliot Abrams, director ejecutivo del Consejo de Seguridad Nacional para la “democracia, derechos humanos y operaciones internacionales”, un destacado teórico del “Hemisferismo”, cuya “prioridad es combatir al marxismo en el continente americano”. Condujo al golpe en Chile en 1973, concluye Vulliamy, y auspició regímenes y escuadrones de la muerte por toda Latinoamérica.

Maduro indica que Venezuela se enfrenta actualmente a la “guerra poco convencional que EE. UU. ha perfeccionado en las últimas décadas”, golpes respaldados por EE. UU. desde los años 60 en Brasil hasta Honduras en 2009. Como argumenta, el objetivo de la oposición es paralizar a “las principales ciudades del país mediante la mala imitación de lo que sucedió en Kiev, donde las principales carreteras de las ciudades fueron bloqueadas hasta que su control se hizo imposible, lo cual condujo al derrocamiento del gobierno electo de Ucrania” (en Milne y Watts, 2014). Continúa:

[e]llos intentan incrementar los problemas económicos a través de una guerra económica para cortar el suministro de productos básicos e impulsar una inflación artificial”, dijo Maduro. “Para crear descontento social y violencia, y para retratar a un país en llamas que puede llevarles a justificar el aislamiento e incluso la intervención internacional (en Milne y Watts, 2014).

Se refiere a los cien años de intervención en Latinoamérica y el Caribe: contra Haití, Nicaragua, Guatemala, Chile, Granada y Brasil y al ya mencionado intento de golpe de estado contra Chávez de 2002 por parte de la administración Bush. Concluye: “[¿p]or qué los EE. UU. tienen 2000 bases militares por todo el mundo? Para dominarlo. Le he dicho al Presidente Obama: ya no somos su patio trasero” (en Milne y Watts, 2014).

Las opiniones de Maduro recuerdan a cómo los cables de Wikileaks, las exposiciones de Edward Snowden y los documentos del departamento de estado de EE. UU. revelan los sus planes para “dividir”, “aislar” y “penetrar” el gobierno de Chávez, junto con la extensa financiación del gobierno de EE. UU. para los grupos opositores de Venezuela durante la última década (en Milne y Watts, 2014). Seumas Milne y Jonathan Watts (2014) resaltan que parte se llevó a cabo vía agencias como USAid y la Oficina para las Iniciativas Transicionales – durante el actual año fiscal se destinaron 5 millones de dólares al apoyo manifiesto de esta causa. También señalan que las observaciones de Maduro siguen a las admisiones de abril de 2014 y que USAid financió de forma encubierta un sitio web social para “fomentar el malestar político y animar a las multitudes en Cuba bajo la cobertura de ‘ayuda al desarrollo’”. Los funcionarios de la Casa Blanca reconocieron que “esto no solo pasaba en Cuba” (Milne y Watts, 2014).

Maduro no puede olvidar que el objetivo principal era ayudar a los defensores del socialismo a movilizarse contra la oposición y continuar la profundización del socialismo en Venezuela. La lucha contra la contrarrevolución en Venezuela no solo deberá ser ganada en las calles, sino también en los medios de comunicación donde la imaginación social de Venezuela está siendo transformada por mentiras fabricadas por la oposición: “de ahí la necesidad de responder de una manera apropiada no solo mediante el uso de los medios de comunicación tradicionales (prensa, radio, televisión) sino también de las grandes oportunidades que brindan las redes sociales” (Boron, 2014).

Si Venezuela cayera ante los fascistas de la oposición, entonces otras democracias latinoamericanas se enfrentarían a las mismas estrategias poco después — Ecuador, Bolivia, Argentina, Brasil y Uruguay. Arlenys Espinal-Aporrea (2014) captura la esencia de la lucha cuando indica que el objetivo es “transformar el modelo extractivista en un estado productivo sin volverse un predador, la lucha para transformar nuestra cultura consumista, para reclamar vida en una escala humana y promover una comunidad autosuficiente, o si no, ¿para qué son las comunas?”

Maduro no tiene ninguna duda acerca de la permanencia de la Revolución Bolivariana: “La gente decidirá hasta cuándo podré estar aquí. Tengan por seguro que si no soy yo, habrá otro revolucionario. Lo que será indefinido es el poder popular del pueblo”. Como indica, cuando Chávez dijo “el siglo XXI es nuestro” en 1992…era una idea romántica. Hoy es una realidad y nadie nos la va a arrebatar (en Milne y Watts, 2014).

Conclusión

Al escribir sobre Europa, Peter Schwarz concluye:

La única alternativa para evitar una recaída en la pobreza masiva y el barbarismo es un programa socialista. Los bancos y las principales empresas deben nacionalizarse y quedar bajo el control democrático. Se debe reorganizar la producción para que atienda las necesidades de la sociedad y no los intereses de beneficios de especuladores financieros y parásitos. Tan solo se podría alcanzar un programa similar a través de la fuerza unida de la clase obrera europea e internacional. Requiere la formación de gobiernos de trabajadores y el establecimiento de los Estados Socialistas Unidos de Europa (Schwartz, 2013).

El camino hacia el socialismo supone una democracia participativa. En la mayor parte de las democracias del mundo, la participación política está ampliamente limitada a políticas parlamentarias que representan a los imperativos del capitalismo, más que a las necesidades e intereses reales del pueblo. Las políticas parlamentarias y la democracia representativa aún siguen siendo jugadores principales en Venezuela, por supuesto. Hay numerosos movimientos extraparlamentarios y procesos por todo el mundo. La democracia participativa, por otro lado, implica la toma de decisiones directamente por el pueblo. La democracia del siglo XXI debe ser participativa y formar parte de un programa para la construcción del socialismo del siglo XXI.

Chávez aclaró que no luchaba por la reforma del estado capitalista de Venezuela, sino por su derrocamiento. Como indicó en la que tal vez fuese su intención articulada más clara para destruir el estado existente:

debemos ir más allá de lo local. Tenemos que empezar a crear…una especie de confederación local, regional y nacional de consejos comunales. Tenemos que dirigirnos hacia la creación de un estado comunal. Y el viejo estado burgués, que aún sigue vivo y coleando, tenemos que desmantelarlo progresivamente, al mismo tiempo que construimos el estado comunal, el estado socialista, el estado Bolivariano, un estado capaz de superar una revolución (en Socialist Outlook Editorial, 2007).

Tras su última reelección en octubre de 2012, Chávez declaró: “Venezuela continuará el camino de la democracia y el socialismo Bolivariano del siglo XXI”.

En nuestra opinión, el fallecimiento de Chávez es una tragedia de enormes proporciones para el socialismo y la Revolución Bolivariana. Sin embargo, el socialismo del siglo XXI es y debe ser por encima de todo una revolución del pueblo, como Chávez bien sabía. El hecho de que las masas de trabajadores se hayan tomado el socialismo tan a pecho, garantiza que la revolución que comenzó no morirá con él. Mientras que el socialismo democrático pueda sonar utópico en el contexto europeo, y verdaderamente inimaginable en los Estados Unidos, existe una alternativa viable al modelo neoliberal. A la izquierda le corresponde pensar seriamente en lo que se puede aprender de la Revolución Bolivariana. Esa revolución puede hacernos imaginar una alternativa al capitalismo, ya sea mediante formas de planificación de productores libremente asociados y asignación de riqueza social, formas de socialismo sindicalista y marxista, o mediante asambleas de autogobierno o comunidades autónomas.

Mientras algunos creen que podríamos estar al comienzo de una nueva era histórica de rebelión, otros de la izquierda sienten que simplemente estamos atravesando viejos horizontes simbólicos que han puesto en práctica experiencias difíciles. En realidad no importa qué perspectiva mantenemos, la lucha ya no es entre hombres con monos o pantalones de rayas contra dueños de fábricas con sombreros de copa, corbatas cruzadas y chalecos. O entre los sans-culottes y la clase dominante. O de financieros con capas y bastones con puntas de plata que explotan la mano de obra de fruteros, zapateros y mineros de cobre que llevan sus sueños perdidos en las cajas del almuerzo. La lucha es entre la clase capitalista transnacional y todos aquellos que dependen de los salarios para su trabajo.

Necesitamos culturas de debate transnacionales para derrotar a la clase capitalista. Algunas luchas revolucionarias han resultado más reformistas que revolucionarias, al derrocar proyectos revolucionarios cuando parecían apoyarlos.

Hoy, la acción revolucionaria debe basarse en decisiones relacionadas con aquellas en las que legados pasados y determinantes históricos deberían utilizarse como base para la acción. Contamos con una variedad de expresiones diferentes que nos proporcionan múltiples perspectivas entre las que podemos elegir. Y hemos presentado a la Revolución Bolivariana como un ejemplo que nosotros, los autores, hemos experimentado. La presentamos como una plantilla para saber cómo renovar el socialismo en el siglo XXI. En este punto debería resaltarse que, mientras las reformas de Venezuela representan un desafío principal para la hegemonía imperial de EE. UU. y su poder represivo e ideológico intrínseco (Althusser, 1971) y permiten la exportación de ideas e ideales socialistas, son en sí mismas una democracia social clásica más que socialismo, de alguna manera similar a las políticas y práctica de los gobiernos laboristas del Reino Unido tras la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, lo que convierte a Venezuela en extraordinaria, es que mientras que los gobiernos laboristas británicos implantaron la democracia social como alternativa al socialismo, y de hecho, con intentos (esporádicos) de trabajadores revolucionarios para progresar hacia una democracia participativa y socialismo, Chávez presentó estas reformas como un preludio al socialismo. La creación de consejos comunales, comunas y democracia en el lugar de trabajo son nexos de poder que forman parte de un proceso de transición desde el capitalismo al socialismo, un proceso que, de hecho, es anterior a Chávez (Ciccariello-Maher, 2013; Cole, 2014).

El desafío de coordinar esta acción revolucionaria en el hemisferio norte sigue siendo un obstáculo difícil, especialmente en una época en la que existe un sentido de destrucción inminente debido a los modernos avances tecnológicos en materia de armas de destrucción masiva, en un momento en el que el estado de seguridad ha alcanzado altos niveles de sofisticación, y especialmente en un momento en el que la izquierda convencional ha fracasado a la hora de articular una alternativa convincente al capitalismo neoliberal tanto en cuestiones económicas como ecológicas.

Hoy, el movimiento social más serio para la justicia económica en los Estados Unidos, como el Movimiento de ocupación de Wall Street, no tendrá nada que ver con la promulgación de una historia saneada y falsa del capitalismo, con altas deducciones fiscales para los ricos, despilfarro de los dólares de los contribuyentes en la industria farmacéutica para hacer ilegal que el seguro médico estatal negocie para reducir el precio de los medicamentos, rescindir las regulaciones financieras que permitan a Wall Street operar como un casino de Las Vegas, y para promulgar leyes que dejen sin trabajo a más del 14% de los estadounidenses. De este modo, el mejor de los movimientos sociales nos prepara para renacer con una consciencia transmutada y nos lleva al siguiente paso en la búsqueda del socialismo. No obstante, aún no han creado un nuevo espacio de emancipación social, principalmente porque no conocemos las transformaciones espaciales necesarias para prepararnos para una alternativa a la ley del valor. Y mientras muchos de estos movimientos han visto a la vieja vanguardia como un obstáculo para un consiguiente cambio social, aún continúan luchando con las formas de organización necesarias para transformar un mundo manipulado por una clase capitalista transnacional. Estos nuevos movimientos sociales son los antecedentes del cambio, mientras que lo que se necesita es un cambio en el subconsciente del agente histórico, es decir, necesitamos plantear la cuestión de cómo podemos conseguir la aceptación de la “mente profunda” por el hecho de que un universo social fuera de la forma de valor del trabajo es necesaria para la supervivencia de la humanidad, sin mencionar la vida extrahumana.

Algunos aspectos de nuestro objetivo deben seguir sin especificar. Nuestro camino debe permanecer impenetrable, nuestro grito inaudible y nuestro destino incierto, o de lo contrario caeremos en la trampa de imponer un plan o recodificar viejas fórmulas. Pero al menos tenemos que acostumbrarnos a la necesidad migratoria de la historia para resolver lo que negamos mientras luchamos por crear un mundo menos poblado por el sufrimiento humano, la explotación y alienación. Podemos construir sobre los vestigios de luchas pasadas y progresar hacia un nuevo terreno de resistencia y transformación. Creemos que el mejor ejemplo en el presente es la lucha actual de la Revolución Bolivariana.

La fuerza reprimida de la sombra insatisfecha del capitalismo tiene el potencial para destruir la auténtica forma de nuestras luchas pasadas. Hay una llamada a nuevos modos de organización. La imaginación política se debe reconfigurar conforme a los desafíos del presente. Sin embargo, debemos recuperar de nuestro pasado lo que se veía como una utopía y que por tanto nuestros predecesores rechazaron y facilitar nuevas formas de rebelión que pueden ofrecer mejores garantías de que ese conocimiento vuelva a impactar en el presente de una manera más efectiva.

Mientras luchamos por remplazar el capitalismo de empobrecimiento con el socialismo y todo lo que entraña (democracia directa, democracia participativa, democracia de proximidad, comunidades autónomas), mantenemos una lucha que adquiere un cierto valor de autenticidad y el ejemplo del socialismo del siglo XXI en la configuración de la República Bolivariana de Venezuela es prueba de ello.

Nota

[1] Fragmentos de este artículo aparecen por primera vez en Cole y McLaren (2013) y en McLaren (2013). Está programado que aparezcan otras versiones en The Journal of Postcolonial Directions in Education y Policy Futures in Education.

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Para citar este artículo: Cole, M., Mclaren, P. (2014). Capitalismo de austeridad / empobrecimiento: ¿qué podemos aprender del socialismo venezolano?. Iberoamérica social: revista-red de estudios sociales, II, pp.39-57. Visto en: https://iberoamericasocial.com/capitalismo-de-austeridad-empobrecimiento-que-podemos-aprender-del-socialismo-venezolano

Traducido por:
Nazaret Calzado
Maria José Vecino Puerto

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